Argentina no pudo destrabar a Uruguay

El equipo de Scaloni tuvo problemas para superar las persecuciones individuales de los de Bielsa, estuvo incómodo y cayó por primera vez en las Eliminatorias (2-0).

Todo lo que pasó en el partido, y parece raro que lo diga, sabíamos que podía pasar. El fútbol tiene esto: pensás que puede pasar, pero el rival está mejor”, aseguró Lionel Scaloni después de la primera derrota de Argentina en las Eliminatorias hacia el Mundial 2026. Una caída que reflejó claramente el trámite: sin poder encontrar los recursos para superar el habitual sistema defensivo de los conjuntos de Marcelo Bielsa, la Selección se atascó ante un seleccionado celeste que impuso la tónica del juego a partir de sus persecuciones individuales y ganó con autoridad por 2-0.

Aunque el planteo de Uruguay no sorprendió a la Albiceleste, sí la posicionó en un escenario específico en el cual le costó desenvolverse bien. Los duelos uno contra uno, un sello del exentrenador del Leeds, le plantearon a Argentina desafíos que no logró resolver. Si son ejecutados de la manera correcta, este tipo de planteos, en los que los jugadores defienden a un futbolista rival y no un espacio (lo más usual), pueden hacer que el contrario (en este caso, el equipo de Scaloni) esté incómodo. Como eso sucedió, al local le costó liberarse de las ataduras de esos marcajes y terminó enredado y confundido.

Ante rivales que juegan mano a mano en toda la cancha, cuesta encontrar espacios”, subrayó Lionel Messi tras la derrota. Esa frase representa un buen resumen de lo que fue el partido, aunque el problema de la Selección pareció más ‘activar’ que ‘encontrar’ esos lugares libres. Frente a un oponente que priorizó seguir a un jugador y no cubrir una zona, muchas veces aparecieron sectores descubiertos a los que Argentina no consiguió llegar en condiciones favorables. Por la concentración para casi no perder de vista a su emparejamiento, la disciplina para mantener por 90 minutos las distancias correctas (ni muy lejos, lo que hubiese dejado recibir cómodamente a su designación, ni muy cerca, lo que hubiese evitado ayudas si un compañero era superado) y la agresividad para buscar recuperar -y luego atacar de contra-, Uruguay aplicó con determinación lo pretendido por Bielsa.

Con pocos desmarques por fuera del campo visual de su marca -salvo algunas diagonales hacia adentro de Nicolás Tagliafico que no fueron del todo aprovechadas-, pocas conducciones desde atrás de los centrales (los que más tiempo y espacio tenían para jugar) y pocas asociaciones en velocidad que hicieran que los rivales perdieran de vista a su designación (al pasar y seguir), durante el primer tiempo la Albiceleste dependió de jugadas individuales para superar esas persecuciones. Si bien por momentos lo logró -con Messi, sobre todo, o con algún intento de Nicolás González-, en general le costó profundizar.

Hasta el entretiempo, el trámite estuvo marcado por lo que buscaba el visitante: muchas recepciones de espaldas y pocas progresiones limpias de los anfitriones. Eso llevó a que el mediocampo de la Selección perdiera protagonismo en el partido, lo que limitó el juego colectivo. Lo refleja el contraste entre la cantidad de intervenciones por partido que promediaban en las Eliminatorias y las que registraron en la etapa inicial: Rodrigo De Paul tenía una media de 99 y acumuló 40 en el primer tiempo; Alexis Mac Allister, 86 y 26, respectivamente; Enzo Fernández, 79 y 31, respectivamente. Además, esos toques no fueron de calidad: se ve en sus mapas de pases en los primeros 45’ (abajo), con muchos envíos intentados hacia atrás (debido al contexto general).

Después del descanso, Scaloni optó por acentuar esa búsqueda: con la entrada de Lautaro Martínez por Mac Allister, despobló la zona central y sumó a un delantero para atacar con dos extremos abiertos (González pasó a la derecha y Julián Álvarez se ubicó en la izquierda). Aunque el juego de espaldas del delantero del Inter o la movilidad desde un costado del atacante del Manchester City podían ayudar a destrabar el trámite, no resultó. Tanto por una disposición que favoreció los emparejamientos como por cierta impaciencia (al estar en desventaja), Argentina no levantó vuelo. Salvo por algún destello del ingresado Ángel Di María o de Messi, o por alguna pelota parada, generó poco.

El juego se volvió más complicado porque la Albiceleste tampoco logró corregir sus problemas para contener las contras de Uruguay, que mezcló algunas tenencias pacientes con ataques rápidos y precisos. La calidad de sus lanzadores fue complementada por la velocidad de los tres delanteros y, sobre todo, por la gran diferencia entre Darwin Núñez y Nicolás Otamendi cuando había muchos espacios: con astucia, el del Liverpool priorizó no ir sobre Cristian Romero (quien volvió a ser uno de los mejores jugadores de la Selección) y generalmente se emparejó con el central más lento de la zaga; de esa manera, lastimó y sentenció el encuentro.

Más allá del golpe del resultado, la derrota no tendría que representar un enorme impacto para Argentina. Es posible que genere algunas preguntas en relación con la disposición del mediocampo (en los últimos partidos Mac Allister ha pasado a ser el volante central) o en torno a cómo mejorar la manera de superar este tipo de sistemas defensivos, pero el camino que ha recorrido el equipo es un buen respaldo como para que la caída no genere grandes zozobras. Contra Brasil, en el Maracanã, está la oportunidad de una rápida recuperación.

Crédito de la foto de portada: Luis Robayo/AFP.

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