Argentina ganó, pero falló en el juego

La Selección arrancó con una victoria, aunque su rendimiento dejó dudas. Ante un escenario previsible, con un rival cerrado, volvió a mostrar falencias.

Si normalmente la ocupación del terreno de juego es una materia central en el fútbol, en partidos como el que Argentina enfrentó ante Ecuador la relevancia de este aspecto crece hasta volverse crucial. Cuando el rival entrega la posesión y se dispone en un bloque cerrado, negando espacios y vigilando posibles receptores, una adecuada distribución en la cancha es fundamental para no caer en una circulación lenta e inofensiva y generar huecos por los que avanzar y llegar al arco contrario. En ese contexto, a pesar del triunfo por el gol de Lionel Messi de penal, la Selección desaprobó esta asignatura importante.

Ante una postura visitante previsible -por los buenos antecedentes de Gustavo Alfaro en el armado de defensas agrupadas a una altura media o baja, ser un debut y tratarse de un encuentro complicado fuera de Quito-, el parado albiceleste repitió viejos problemas del ciclo y derivó en escasas ocasiones de peligro, sin tampoco llegar a lograr un marcado dominio territorial (la tenencia se dio mayormente en la mitad de la cancha). En su primera prueba de las Eliminatorias ante un escenario seguramente recurrente, los dirigidos por Lionel Scaloni sumaron tres puntos importantes para comenzar con una victoria, pero obtuvieron una baja calificación en el juego.

Es sabido que este conjunto argentino se siente más cómodo cuando puede ser vertical, por la preferencia del entrenador, los mejores rendimientos en la Copa América 2019 y los amistosos posteriores y las características de los jugadores, aunque es probable que distintos seleccionados adopten un planteo similar cuando les toque enfrentarlo. Por eso, más allá del contexto particular de la presentación, es importante que la Selección dé un paso al frente en este sentido, tanto para completarse como equipo y ampliar los registros manejados con naturalidad como para tener cómo doblegar propuestas de este tipo, que a lo largo del camino se encontrará por elección estratégica o circunstancias del partido (principalmente, si está en desventaja y el oponente se repliega).

El festejo del gol. Argentina mostró actitud y solidaridad, pero le faltó juego. Crédito: Agustín Marcarian/Reuters.

A lo largo de este ciclo, la impresión que dejan éste y otros compromisos de una tónica similar es que si la Albiceleste no puede correr, por posibilidades de contraatacar o jugar directo y en cuanto al ritmo, no trota: camina. Cuando no tiene espacios y no puede acelerar, su posesión es intrascendente y termina en pases laterales sin amenaza. Esto quedó reflejado en la manera en la que llegaron sus únicas tres ocasiones contra Ecuador: con dos contras (el penal y, sobre el final, el remate de media distancia de Rodrigo De Paul) y una jugada vertical (tras un lateral, Leandro Paredes ubicó en el área a Lautaro Martínez con un pase largo y el intento de Lucas Ocampos fue despejado).

Los problemas para circular nacieron de una mala distribución colectiva, porque los toques hacia los costados se debieron a la falta de opciones para jugar hacia adelante y de las malas condiciones de las recepciones (sin ventaja, con más contrarios que compañeros cerca). El mapa con las posiciones medias de los titulares grafica muy bien esto.

Vía: SofaScore.

A simple vista surgen tres inconvenientes claros: la poca altura de los dos laterales, lo en línea que se dispuso el doble 5 y la nula complementación de las duplas por los costados (ejemplificado por lo pegados que estuvieron Nicolás Tagliafico y Marcos Acuña, ya que Ocampos por momentos se movió por izquierda y aparece más cerrado). Esas fallas, que ya se habían visto en encuentros anteriores, sobre todo en el debut de la Copa América 2019 contra Colombia, se habían corregido en parte al utilizar una línea de tres en ataque (con un marcador de punta cerrado y otro arriba para dar amplitud), pero ante Ecuador sólo se vio por poco tiempo en el inicio de la segunda etapa y la disposición elegida ofreció más inconvenientes que soluciones.

Lo contenidos que estuvieron Montiel y Tagliafico, anclados cerca de la mitad de la cancha, se debió en parte a la colocación de los compañeros más cercanos: con los extremos abiertos tenían el carril externo tapado y no se les presentaba un entorno favorable para adelantarse (lo que podían dar diagonales hacia adentro para arrastrar una marca y liberarles el espacio), mientras que la presencia de los dos mediocampistas centrales les negaba una posible proyección interior. Por eso, su participación resultó discreta.

El tándem De Paul-Paredes, que ha sido una fija a partir de la Copa América (11 partidos compartidos en el medio desde la tercera fecha ante Catar, más allá de la ocasional presencia de un tercer volante) y ha mostrado entendimiento y complementación en distintos encuentros, en esta ocasión no potenció al colectivo. Sin escalonarse, compartieron altura y así contribuyeron al mayor problema de la era Scaloni para progresar desde atrás: la acumulación de una excesiva cantidad de jugadores delante del medio rival y, por ende, una escasa presencia en zonas internas.

Ante el seleccionado tricolor, Argentina ubicó consistentemente hasta seis futbolistas para superar a Enner Valencia, con una presión ecuatoriana que comenzaba en la zona media y realizaba sus recorridos con comodidad. Ese comportamiento albiceleste fue llamativo, sobre todo por la capacidad de De Paul, por calidad técnica y visión periférica, para moverse entre líneas.

Además, esos comportamientos no potenciaron -y hasta perjudicaron- la distribución de Paredes, que mezcla precisión, lucidez y ambición para ser un especialista filtrando pases a espaldas del medio o de la defensa rival. Para eso es fundamental que se le ofrezcan opciones y movilidad, en especial con movimientos complementarios (con un retroceso para apoyar mientras alguien pica al espacio) o desmarques de ruptura. Eso faltó y, entonces, el del PSG sólo logró lucir su pegada en dos envíos verticales -uno para Messi, en la primera etapa, y otro para Lautaro, en la ocasión de Ocampos, en la segunda.

El mapa de pases de Paredes: muchos toques fueron laterales y pocos verticales. Vía: Olé.

Si a ese escenario se suma lo abiertos que jugaron los extremos, en la mayor parte del encuentro la Selección sólo contó con el capitán como única alternativa en espacios internos, tan importantes para abrir huecos y darle velocidad y continuidad a la circulación. Asimismo, Ocampos y Acuña tampoco recibieron con ventaja como para desequilibrar en duelos individuales, ya que, por la falta de futbolistas entre líneas, generalmente recibieron en malas condiciones: de espaldas, al ser un pase hacia adelante dentro del mismo carril, y sin compañía cerca. Sumada la desventaja numérica en el área, tampoco pudieron usar su pegada -sobre todo el ex Racing y Ferro- en los centros.

Sin embargo, Argentina sí mostró algunos aspectos positivos, relacionados con la defensa. La acumulación de gente delante del medio rival hizo que el conjunto no quedara mal parado y pudiera contrarrestar los contraataques ecuatorianos, más allá de algún sobresalto o alguna infracción puntual. En la presión también se vieron acciones destacadas, con buenos movimientos conjuntos -a pesar de que en algún pasaje hubo mucha distancia entre la defensa y el mediocampo, lo que puede llegar a generar complicaciones. Si bien la poca presencia interior podía afectar la recuperación inmediata después de una pérdida al tener pocos jugadores cerca, tampoco se vieron desajustes en esa faceta.

“El equipo fue sólido, para probar otras cosas tendremos tiempo”, subrayó Scaloni en la conferencia posterior. Si bien recién fue el primer partido de las Eliminatorias, y en un contexto complicado, Argentina cuenta con cualidades como para responder de otra manera a los bloques cerrados. Más allá de la necesidad de sumar puntos y lograr el pasaje al Mundial, a la Selección le vendría bien aprovechar el recorrido para reforzar conceptos, mejorar en otras facetas y, por ende, dar un salto de calidad como equipo.

Crédito de la foto de portada: Agustín Marcarian/Reuters.

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