Argentina jugó un partido serio y venció a Bolivia con solidez en un escenario complicado. Los seis puntos sumados son una base interesante para mejorar.
Después de un flojo debut en el camino hacia Catar 2022, para la segunda presentación la Selección se elevó 3.600 metros sobre el nivel del mar y también subió su nivel. A pesar de contar con un único cambio en la alineación inicial, la inclusión de Exequiel Palacios por Marcos Acuña modificó varias cosas a nivel individual y colectivo y le dio un salto de calidad al equipo. Sumado un contexto totalmente diferente, con matices en contra -la altura, factor relevante- y a favor -la menor jerarquía técnica y táctica del rival y los mayores espacios disponibles-, la balanza se decantó hacia un buen partido albiceleste que sirve para mantener el puntaje ideal.
Salvo los primeros 20 o 25 minutos, en los que Bolivia dispuso de margen para jugar, con facilidades para que los centrodelanteros pivotearan de espaldas y para lastimar con centros, el conjunto de Lionel Scaloni mostró que tenía aprendidas las pautas para jugar. Si bien padeció ese primer pasaje, con falta de comunicación y coordinación para tomar marcas en algunas jugadas (en especial por los costados, con Rodrigo De Paul y, sobre todo, Palacios obligados a estar muy pendientes) y problemas para neutralizar la inagotable combinación de Alejandro Chumacero y Marcelo Moreno, su nivel mejoró con el paso del tiempo y paulatinamente acrecentó su dominio.
La Selección también exhibió virtudes grupales habituales en este ciclo, como solidaridad, compromiso colectivo y un carácter competitivo que ya había aparecido en amistosos. Eso sirvió para, superado un complicado inicio en el que igualmente se acercó al arco de Carlos Lampe, ejecutar correctamente un plan que, en líneas generales, se basó en: pases largos desde atrás orientados hacia la izquierda (50 envíos en total, 34 entre Franco Armani, Lucas Martínez Quarta y Nicolás Otamendi), aunque no siempre ganó la segunda jugada; mayores libertades en ataque sin perder el orden atrás; una defensa dispuesta a presionar si se ensuciaba la salida, pero que priorizaba organizarse en un bloque medio-bajo, y una correcta administración de tiempos, con pasajes de tenencia y de ataques rápidos (preferencia y gran virtud ofensiva de este equipo, reflejada en que ambos tantos llegaron con avances veloces) según cuán organizado se encontrara el rival.
A eso se sumaron dos puntos de valor agregado en un contexto como el de La Paz, como la pegada de media distancia -ejemplificada en los tres buenos intentos de Leandro Paredes, el mejor de varios rematadores de calidad en el conjunto albiceleste- y la finalización de las jugadas -más allá de lo rápido que reanuda el juego el seleccionado local, es importante para facilitar la reorganización defensiva, limitar los contraataques y evitar un ida y vuelta desgastante; el tanto boliviano nació de una pérdida de Lucas Ocampos en una acción que pedía terminación con centro o remate. Como después de ese mal inicio las pautas fueron, en mayor o menor medida, correctamente aplicadas, Argentina fue capaz de controlar y doblegar a un oponente que no pudo disimular sus debilidades con la altura.
«Sacando los 15 minutos iniciales, durante el resto del partido fuimos un equipo que dominó y que sabía a lo que jugaba. Aguantamos sus ataques y tuvimos la fortuna de empatar antes que terminara el primer tiempo. Y eso nos dio muchísimas ganas de salir a ganar en el segundo«, analizó Scaloni, que dispuso un único cambio que repercutió positivamente.
La supremacía en el juego estuvo basada en dos figuras, las de Palacios y Lionel Messi. El primero, en su debut oficial, fue clave por nivel e impacto colectivo. Su entrada le permitió a la Selección distribuirse mejor en la cancha, ocupando las zonas internas, y eso se tradujo en una circulación más efectiva y en mayores facilidades para los laterales, ya que la presencia de Ocampos sobre la izquierda le dio a Gonzalo Montiel más terreno para avanzar (sin una referencia delante) y a Nicolás Tagliafico una referencia que le arrastró al lateral para liberarle el carril externo.
El mediocampista del Leverkusen, que ya se había destacado como lanzador de contras en el 4-0 amistoso a México, jugó un partido completo y sobresalió por su inteligencia y despliegue. Con movilidad para ofrecerse como una opción de pase y dar continuidad, fue criterioso con la pelota (entendió cuándo se podía acelerar, como en el 1-1, y cuándo era mejor esperar) e importante en la presión (aunque en algunas ocasiones fue superado, se vio en el 2-1).

Lo de Messi, con más influencia en el segundo tiempo, resultó un reflejo de su madurez y mayor comprensión del juego y sus momentos. Con pinceladas en la primera etapa, luego del descanso aumentó su participación (pasó de 22 a 30 toques, ver abajo), en parte por la actuación general y en parte por la fragilidad que demostraba el combinado del altiplano, y generó ventajas por derecha, al profundizar con sus conducciones o acumular rivales para descargar hacia un compañero liberado (completó 7 de 11 regates y dio 5 pases clave). Cuando el balón estuvo en sus pies, sobre todo en el final del encuentro, la Selección descansó y recuperó aire.
«Este equipo demostró mucho corazón y cabeza para no dejar al rival cómodo«, aseguró Lautaro Martínez, que sintetizó así el rendimiento colectivo. El Toro, determinante en el resultado, formó gran parte del planteo argentino, ya que, muchas veces en inferioridad, fue el principal encargado de aguantar la pelota y permitir que se adelantaran las líneas. Si bien tuvo imprecisiones en controles (quizás el aspecto que más debe pulir, aunque en Europa ya ha mostrado mejoras) o pases, sobresalió por su actividad e incidencia.
Otro destacado fue Tagliafico, que se encontró en un contexto más favorable y mejoró su nivel. El principal cambio se dio ofensivamente, con piernas y criterio para avanzar. De repetidas proyecciones, el del Ajax fue un recurso como distracción u opción en la banda izquierda y también administró correctamente la pelota, con un par de faltas generadas.
Con un desempeño serio y varios puntos altos, Argentina cerró la primera ventana de Eliminatorias con puntaje ideal, algo importante más allá de algunos problemas en el juego. A partir del compromiso colectivo y pautas incorporadas, como el orden defensivo y el juego directo («El técnico nos dijo que intentáramos hacer daño cuando tuviéramos la pelota, ser verticales«, dijo Joaquín Correa), no siempre posible según el planteo adversario, hay una base para crecer. Con seis unidades que dan tranquilidad, la Selección aún debe pulir detalles y seguir desarrollándose como equipo. En las próximas dos fechas, contra Paraguay y Perú, tendrá nuevos desafíos y otra reunión para potenciarse.
Crédito de la foto de portada: Juan Karita/AFP.
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