Primer paso firme de la era Pochettino

En la vuelta de Neymar, que puede subir el techo colectivo, el PSG superó al OM y vivió el estreno ganador del ciclo. «Siento una emoción tremenda», dijo Poch.

En apenas su tercer encuentro, el Paris Saint-Germain de Mauricio Pochettino afrontó el Trophée des Champions en un contexto especial, en un clásico que como último antecedente tenía un duelo con cinco expulsados, y salió airoso. Con mucha seguridad, se llevó una victoria de peso: tras estar en control durante casi todo el trámite, se impuso por 2-1 al Olympique de Marseille y ya le puso una estrella al ciclo. En una noche en la que continuó su tradición ganadora (se quedó con la Supercopa por octava edición consecutiva), el conjunto parisino confirmó una línea ascendente en el juego, como se había visto en el triunfo ante el Brest, que puede despegar y apuntar a un techo más alto a partir del «debut» de una pieza tan relevante como Neymar.

«Vemos avances en diferentes áreas, diferentes cosas en las que queríamos enfocarnos. Después de 12 días de trabajo, sentimos progreso y también es gracias a la inteligencia y adaptabilidad de los jugadores«, aseguró el entrenador santafesino. Además, sobre un comportamiento y una actitud colectiva trascendentes para llevarse la copa, señaló: «Estoy contento con todo, todos los aspectos son importantes. El fútbol es un todo, queremos un control total y el lado emocional es parte de él. Hay que saber gestionarlo todo«.

Ese aplomo que transmitió el PSG fue clave para que se sintiera superior, algo que también demostró desde el juego. Con puntos altos en los rasgos que había mostrado en los partidos previos, como las variantes en salida, las libertades posicionales y una presión bien ejecutada, creció en el partido y redujo las posibilidades de los dirigidos por André Villas-Boas.

Las ventajas que generó el equipo de Pochettino empezaron desde atrás. En principio, ante un OM que iba arriba, buscó avanzar con pases largos para pasar la primera línea y ver si podía aprovechar lo adelantadas que estaban las líneas contrarias. En los primeros 15′ tuvo hasta siete lanzamientos de este tipo -tanto por arriba como por abajo y en diagonal hacia una banda- y aunque no tuvo mucho éxito, sobre todo en las disputas aéreas, obligó al Marseille a retrasarse para evitar que un envío eliminara a dos o tres piezas y lo dejara en inferioridad.

En ese proceso, que empezó con una distribución similar a la del 1-1 ante el Saint-Étienne, fue importante la figura de Leandro Paredes. Comenzó retrasado para formar una línea de tres, lo que había hecho Ander Herrera en el debut, y en un par de acciones jugó con Layvin Kurzawa y dejó atrás hasta tres adversarios, lo que ayudó a que el bloque alto pasara a ser medio-bajo. Luego, más adelantado y dentro de todas las variantes en la disposición (2+1, 2+2 o 3+1 con un lateral atrás, pero él siempre en la segunda altura), dirigió el sentido de la tenencia con criterio y precisión.

Cómo la distribución complicó al OM y favoreció la capacidad de Paredes.

El ex Boca y Roma mostró su habitual voluntad y capacidad para verticalizar y, también beneficiado por los movimientos y la distribución colectiva (ver arriba), fue una herramienta clave por cómo superó líneas a partir de sus pases y su reconocimiento de la situación: al encontrar a un compañero entre líneas, generar un duelo individual en un costado o iniciar una situación de ventaja, hizo progresar las posesiones con regularidad (ver abajo). Además, también cumplió un papel destacado al respaldar la presión y ubicarse con criterio en campo propio, algo reflejado en números: realizó 2 despejes, 2 intercepciones y 3 entradas y bloqueó 2 disparos.

Más adelante en el campo, los otros dos argentinos también tuvieron muy buenas actuaciones. Mauro Icardi volvió a sobresalir en su relación casi exclusiva con el gol, ya que contó con tres situaciones (dos al ganar de cabeza y otra al acompañar una contra y rematar de zurda al travesaño) y generó el penal del 2-0. Fuera de ese aspecto, en el que volvió a cumplir con creces -el fin de semana regresó luego de una lesión con un tanto y una asistencia-, nuevamente mostró que aún tiene cosas por pulir fuera del área.

Aunque dejó un gran taco para iniciar una réplica, en otras acciones le faltó estar más fino: en una salida que progresó por derecha usó cuatro toques para cambiar a la izquierda, lo que le sacó peligro al avance; en una transición se excedió con la fuerza en un toque para Kylian Mbappé (que, igualmente, podía estar adelantado), y en la acción en la que Yohann Pelé le hace falta parece que la pelota se le va larga y por eso intentó la gambeta. Mientras cumpla cerca del arco y contribuya a la creación de espacios al arrastrar o fijar a los centrales sumará a la causa colectiva, pero en esos detalles tiene su margen de mejora.

Por otro lado, Ángel Di María fue la figura del partido y el líder del ataque, sobre todo en el primer tiempo. Nuevamente muy influyente como conector y en 3/4, resultó un dolor de cabeza para Boubacar Kamara y generó muchas ventajas. Muy inteligente para aprovechar la libertad para moverse por el frente de ataque, fluyó entre líneas y fue indetectable para el mediocampo del Marseille. En una disposición que ubicó a un extremo cerrado y otro abierto (Mbappé), el rosarino cumplió una función que luego quedó para un Neymar que, desde el otro lado, regresó activo y enchufado y es capaz de aprovechar muy bien ese rol.

El Fideo comenzó más cerrado y de a poco se abrió hacia la derecha (desde donde asistió el 1-0), en un espacio intermedio entre varios rivales en el que era difícil que lo tomaran: Duje Ćaleta-Car en general estaba con Icardi, Kamara dudaba de seguirlo porque eso significaba dejar un espacio libre en el medio -y Marco Verratti, desde la izquierda, o Herrera, en la derecha cuando el italiano retrocedía, también se paraban por ahí para buscar el 2 vs 1 o dividirle la atención-, Valentin Rongier o Pape Gueye estaban más pendientes de lo que sucedía delante de ellos que por su espalda y Yuto Nagatomo no podía dejar la banda por la presencia externa de Alessandro Florenzi.

Los toques de Di María. Participó mucho en 3/4. Vía: WhoScored.com

Aunque podría haber generado más con un mayor acierto en centros (3/13) y un Mbappé más fino -en lo individual (2/5 regates), las asociaciones (tuvo varios errores, sobre todo en unos 45′ iniciales en los que 11 de sus 20 intervenciones derivaron en pérdidas) y la atención para desmarcarse (dos goles anulados por picar antes); aun así, la nota positiva fue que, al revés de lo sucedido en el debut, compensó los descensos de Verratti al ir hacia adentro y no dejar desocupado ese sector-, todo lo bueno que el PSG hizo para salir y asentarse en campo rival lo mantuvo para recuperar. Tanto tras pérdida como en saques de arco o reinicios, con frecuencia logró interrumpir los avances de los de Villas-Boas.

El cambio de actitud al ceder la posesión fue inmediato y efectivo, algo usual en estos tres encuentros del ciclo. Con un gran trabajo de los jugadores cercanos, al reaccionar rápidamente y acercarse a la zona, el equipo logró evitar avances y aumentó la efectividad en estas situaciones, ya que aunque no siempre recuperó al menos no sufrió como en otros partidos cuando sacaban la pelota de esa zona. En este apartado volvió a ser importante el papel «silencioso» de Herrera, que lució su lectura al colaborar con criterio para reducir opciones o incomodar al poseedor.

También fue destacada la presión sobre las salidas, con una disposición que ya se había visto en los partidos previos: los extremos entre central y lateral, Verratti detrás y el respaldo del doble 5, con los laterales preparados para ir arriba cuando se avanza por su lado; todo con un bloque angosto y orientado al sector de la pelota para negar opciones, a riesgo de liberar a los alejados por el tiempo que da para reposicionarse un cambio de frente. Además, hubo una buena labor de Paredes-Herrera para dar un paso adelante y tapar a Rongier-Gueye cuando el italiano iba arriba y quedaba a la altura de Icardi. Con ese trabajo, iniciado tras una pérdida o cerca del área, los dirigidos por Pochettino consiguieron alrededor de 20 recuperaciones y una de ellas fue la que propició la jugada del penal.

En el lado negativo quedaron las desconexiones de los extremos izquierdos, tanto Mbappé como Neymar, que muchas veces abrieron una puerta al no retroceder (algo lógico y que, igualmente, ante un quite puede ser fructífero para que inicien la transición). En un costado que suele ser el lado fuerte del OM -promedia un 44% de avances por su banda derecha, con un 47% en la final-, eso hizo que fuera el punto débil. Aunque entre los mediocampistas y las salidas al costado de Abdou Diallo se apagaron algunos focos, el PSG enfrentó al menos 11 ataques de cierto peligro por ese sector, entre los que se incluye el gol de Dimitri Payet.

Más allá de algún sobresalto en el final, con algunas aproximaciones al arco de Keylor Navas, fue una noche dulce para el conjunto parisino, que continuó un progreso en el juego que puede llegar a un nivel más alto a partir del regreso del crack brasileño. Desde una sólida actuación, se quedó con un clásico que representó el estreno ganador del ciclo y también el primer trofeo como entrenador para Pochettino. «Siento una tremenda emoción. He estado compartiendo cosas con mi cuerpo técnico en varios clubes y pasé cerca de algunos títulos. Después de tan poco tiempo en Paris es extraordinario. Es una emoción loca, especialmente en el PSG, donde pasé como jugador hace varios años«, subrayó el santafesino, que ha iniciado su ciclo con solidez y buscará prolongar la línea ascendente que se vio en estos tres partidos y ya dejó el primer paso firme de la era.

Crédito de la foto de portada: Denis Charlet/AFP.

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