En los primeros minutos del ciclo Pochettino con Di María, Neymar y Mbappé, el PSG derrotó a un duro Angers (1-0) para cerrar la serie de cuatro juegos en 11 días.
En el final de un período de cuatro partidos en 11 días para abrir la etapa de Mauricio Pochettino, el PSG se enfrentó a un escenario similar al del 1-1 contra el Saint-Étienne en el inicio de la seguidilla: un bloque defensivo cerrado que exigió ritmo y precisión en la circulación para ser superado. Frente a ese contexto, y con más recursos a disposición (especialmente Neymar y Leandro Paredes, pero también Alessandro Florenzi y Layvin Kurzawa, quienes se combinaron para el único gol), el once incluyó por primera vez en el ciclo al crack brasileño junto con Ángel Di María y Kylian Mbappé.
Más allá de la mejor ocupación de espacios del conjunto parisino, algo que había sido un déficit en el debut del santafesino, el punto que marcó el desarrollo del encuentro resultó el comportamiento defensivo del Angers y lo compacto y estrecho que fue desde su 4-4-2. Ante el buen juego interno de los recientes campeones, tanto por el potencial y las características de sus jugadores como por lo demostrado frente al Olympique de Marseille en el Trophée des Champions, los de Stéphane Moullin optaron por tapar el medio y liberar los costados.
Su objetivo de dirigir el juego hacia las bandas fue claro, ya que allí se reduce la amenaza de peligro y los laterales no tienen la misma capacidad de desequilibrio de los talentos ofensivos (sin que sean negados con la pelota, porque incluso generaron el tanto). Para eso, los cuatro mediocampistas se enfocaron en tapar líneas de pase por adentro –sobre todo a Neymar y Di María, los dos futbolistas entre líneas-, incluida la misión para los externos (Pierrick Capelle y Mathias Pereira Lage) de olvidar a Florenzi y Kurzawa y estar pendientes de cerrarse y achicar distancias tanto cuando alguien del doble 5 (Lasssana Coulibaly o Ibrahim Amadou, generalmente este último) se desprendía para ir por Paredes o, sobre todo, Marco Verratti como cuando un jugador ofensivo se abriera al costado de uno de los volantes centrales.
Una parte fundamental del plan consistió en el trabajo de Coulibaly y Amadou para bloquear las conexiones con Neymar y Di María. Más evidente fue con el de Mali sobre el brasileño, con constantes chequeos para detectar dónde se encontraba (ver abajo), aunque el francés también se enfocó en cortar las rutas hacia el argentino.

Ese ejercicio defensivo fue un desafío complicado para el PSG, ya que le costó conectarse con los jugadores más capacitados para generar en tres cuartos del campo y dar el último toque. Una prueba de esa dificultad para filtrar entre líneas está en los pocos envíos que pudieron enviar detrás del doble 5 Verratti y, sobre todo, Paredes, dos futbolistas que se destacan por su visión y precisión para verticalizar: con 147 y 141 intervenciones, respectivamente, completaron 115/126 y 111/122 pases, pero pudieron jugar poco a zonas centrales.
Igualmente, el conjunto parisino encontró algunos mecanismos para superar esos obstáculos. En general llegaron en el segundo tiempo, cuando tanto el trámite del partido como el mediocampo del Angers se abrieron y pudo transitar hacia campo contrario con más velocidad (aunque le faltó finura para las contras, ya que desperdició varias por malas ejecuciones). Una primera solución llegó desde el banco y por orden de Jesús Pérez (principal asistente de Mauricio Pochettino, ausente al haber dado positivo de coronavirus) a partir de un enroque posicional: Moise Kean se fue a la banda y le dejó el centro del ataque a un Mbappé que con sus desmarques detrás de la defensa generó y falló tres ocasiones, dos a pase de Neymar.
Pero también encontró caminos para avanzar desde asociaciones alternativas o movimientos que arrastraron contrarios y crearon huecos para pases interiores -algo que hizo mucho Di María. Desde jugadas de tercer hombre y desmarques adecuados para romper esos celosos seguimientos del doble 5 hasta circulaciones veloces de lado a lado que cumplieron con el combo de ritmo+precisión necesario para abrir un bloque cerrado.
En una jugada que combinó algunos de esos conceptos y la participación de los laterales -algo siempre necesario ante defensas que congestionan el centro para liberar las bandas- se produjo el único gol: Verratti utilizó el salto de Amadou para sacarlo de zona, condujo hasta que también atrajo a Pereira Lage y descargó para Paredes, que buscó de primera a un Di María que, bien ubicado, giró y abrió para Florenzi, quien tiró el centro que se desvió y remató Kurzawa.

El punto negativo de la actuación parisina estuvo en la transición defensiva, ya que tres de las siete chances de peligro que generó el Angers llegaron desde contraataques. Con una salida que generalmente involucró a los centrales y a los dos mediocampistas más allá de la flexibilidad en la disposición (con Paredes metido entre los centrales o más arriba, incluso compartiendo altura con Verratti en un 2+2), el resto del equipo por momentos quedó muy arriba.
Ante la necesidad de que los laterales se proyectaran para ocupar los carriles exteriores y tener amplitud, Florenzi y Kurzawa quedaron fuera de la acción en varias réplicas. Sobre todo cuando las pérdidas se dieron en la mitad de la cancha, con hasta seis jugadores por delante de la línea de la pelota y un rival preparado para despegar (y con una muy buena gestión de los avances por parte de Angelo Fulgini).
Ése es un problema siempre peligroso, pero especialmente delicado cuando se acumulan cuatro futbolistas de vocación netamente ofensiva: con disposiciones y jugadores así, lo ideal es perder el balón en el último tercio del campo y que los recorridos para recuperar sean hacia delante (en la presión tras pérdida) y no hacia atrás (en la transición defensiva). En especial con futbolistas como Di María, Neymar y, sobre todo, Mbappé, a los que les sienta mejor hacer una carrera corta cuando se cedió la posesión que perseguir o hacerle sombra al lateral rival.
Los centrales, Verratti y, principalmente, Paredes (7 entradas y 9/11 duelos ganados) pudieron cortar algunos contraataques, pero no siempre lograron controlar las desventajas. Los cambios posibles para mantener al tridente con un centrodelantero y no sufrir tanto son varios: algo clave es evitar pérdidas peligrosas como las que se vieron y mejorar las condiciones en las que recupera el contrario (idealmente, más atrás, hundido, y con futbolistas propios cerca para presionar), pero desde la disposición dos soluciones factibles son una línea de tres más permanente para salir, complementado con alternancias de Neymar/Di María para bajar un escalón y por momentos colaborar en la segunda altura, o que Mbappé se abra para buscar el 1 vs 1 con un marcador de punta (aunque al ex Mónaco otra vez le faltó acierto, con 2/4 en regates y 16 pérdidas de 39 intervenciones) mientras el lateral de ese costado se queda atrás para abrirle espacio y tener un adecuado balance defensivo.
Pero recién fue la primera prueba del ciclo y, como siempre y más en el inicio de una etapa, hay cosas que se pueden ajustar si es que se repite esta búsqueda con las tres figuras y Kean o Icardi. Del lado positivo quedaron las conexiones entre ellos, aunque no fueron tan constantes, y lo que amenazaron (al captar atención, son capaces de abrir espacios en otros sectores; en el Raymond Kopa fueron decididamente las bandas, sin terminar de sacarles provecho). En el negativo, algunas falencias para retroceder o realizar esfuerzos defensivos (tres de las siete situaciones del Angers llegaron con avances por las bandas, generalmente por la falta de retroceso de alguno de ellos o Kean, cuando jugó por la izquierda) y lo expuesto que quedó el conjunto a las contras.
Con una victoria trabajada y una balanza equilibrada en el testeo inicial con el tridente, la serie de cuatro partidos en 11 días deja conclusiones favorables. Además de los tres triunfos, que sirvieron para lograr un título y subirse a la cima de la Ligue 1 (con la caída del Lyon, el PSG es líder junto con el Lille), la propuesta de Pochettino comenzó a verse reflejada en la cancha, con un plantel que, por lo dicho por los protagonistas y lo visto en los encuentros, la aceptó y rápidamente incorporó conceptos. Cerrada una seguidilla exigente, ahora los parisinos pueden aprovechar una semana sin compromisos para recargarse física y mentalmente y afrontar nuevos desafíos (el Montpellier como el más inmediato) con confianza.
Crédito de la foto de portada: AFP.
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