En la segunda prueba de Pochettino con Di María, Neymar y Mbappé, el ataque fluyó y el cuarteto (con Icardi) brilló: marcó cada gol del 4-0 al Montpellier.
Uno de los principales aspectos a los que apunta Mauricio Pochettino para motivar a sus dirigidos y sacar su mejor versión se relaciona con que recuperen el cariño por la pelota de cuando eran chicos, el que los hacía pasarse horas y horas jugando. Y en la goleada por 4-0 frente al Montpellier, que estiró la racha de goleadas en los duelos entre ambos en el Parc des Princes (4-0, 5-1 y 5-0, los tres marcadores previos), la segunda aparición del ciclo con el tridente estelar más un centrodelantero dejó esa impresión de disfrute, que sirvió para potenciar el rendimiento colectivo y llevó a una victoria que mantiene al conjunto parisino en la cima de la Ligue 1.
Esa sensación de comodidad, que incluso fue expuesta por los futbolistas (“El PSG nos da esta oportunidad de jugar con grandes jugadores y nos divertimos mucho jugando juntos, así que esperamos ser decisivos y ayudarnos unos a otros”, aseguró Kylian Mbappé para el canal del club), ayudó para mejorar en cantidad y calidad las asociaciones entre los cracks y lograr una mayor fluidez en la tenencia. Es cierto que colaboró la temprana expulsión del arquero Jonas Omlin (a los 20’), pero tal fue el dominio que apenas el 16% de las acciones del partido transcurrieron en el tercio del campo del local (44% en el central y 40% en el de la visita) y tan grande fue la importancia del cuarteto ofensivo que 22 de los 27 remates del equipo quedaron entre Neymar (8), Ángel Di María (5), Mauro Icardi (5) y Kylian Mbappé (4), con todos los goles convertidos por ellos y tres de los cuatro asistidos por otro integrante del póker de ataque.
Esa sintonía ofensiva fue causada, en parte, por un cambio en la distribución con respecto al 1-0 frente al Angers, la primera prueba de Pochettino con el tridente. Si bien fueron sólo puntos de partida y se mantuvieron las libertades ofensivas que propone el santafesino, Neymar comenzó por la izquierda y Mbappé pasó al medio, lo que provocó dos efectos positivos.
Por un lado, sirvió para que el brasileño interviniera más (de 75 toques pasó a 112, tercera marca más alta del encuentro) y pudiera buscar el 1 vs 1 en la banda -ayudado por un Layvin Kurzawa que comenzaba atrás y lo desdoblaba por afuera para hacer dudar al tándem defensivo y darle margen- o, lo que sucedió más, se desmarcara de afuera hacia adentro para aparecer entre líneas. Por otro, para que el francés estuviera más relacionado con los desmarques detrás de la defensa (es una amenaza y, con tantos pasadores de calidad por detrás, una vía directa para lastimar) y se acercara más a posiciones de gol (marcó por duplicado cuando aún no había convertido en el ciclo).
Claro que las distribuciones son apenas el inicio y, como dijo el entrenador argentino en su primera conferencia, el fútbol es movimiento. Por eso, el trío del PSG rotó mucho y se movió por todo el frente de ataque, como se ve en lo juntos que aparecen en las posiciones medias (ver primera imagen debajo). Con Icardi más fijo como referencia entre centrales, aunque tuvo un valioso aporte sin pelota al captar la atención de los centrales y ejecutar varios desmarques a sus espaldas, hubo licencias para que se desplazaran siguiendo pautas más que ubicaciones: uno desde la izquierda, aunque con la posibilidad de cerrarse para asociarse; otro alrededor del centrodelantero ex Inter, tanto en su misma línea para ayudar a fijar como algo más retrasado para picar o sumarse a la circulación, y un tercero con presencia detrás del mediocampo del centro a la derecha.
Las posiciones medias del PSG, con los laterales por afuera y Verratti (6)-Paredes (8) como respaldo y lanzadores del cuarteto ofensivo (1, vía WhoScored.com); las variantes en la disposición, con rotaciones entre Neymar, Di María y Mbappé sin dejar de ocupar zonas clave (2, 3 y 4).
Esa “rotación organizada”, con libertades para que el tridente apareciera por todo el frente de ataque, desorientó al Montpellier -que, como comentó en la previa el técnico Michel Der Zakarian, priorizó la organización defensiva, aún más tras la roja- y abrió caminos en los avances estacionados. Más allá de que se facilitaron las combinaciones entre los cracks, algo que había pasado poco ante el Angers, en parte por el trabajo defensivo del bloque rival, el conjunto parisino combinó muy bien movimientos complementarios para abrir espacios.
Con desmarques entre líneas, carreras que arrastraron marcas o desplazamientos en cadena que provocaron asociaciones veloces, los dirigidos por Pochettino llegaron varias veces con peligro. Una parte importante fueron las conexiones entre Neymar y Di María -quien se movió mucho y muy bien, tanto para recibir como para ser un foco más de atención y hacer que duden en las marcas.
Para eso fue clave el reconocimiento del entorno que tuvieron los jugadores, ya que, aparte de la disciplina para mantener siempre ocupados los sectores clave en el medio de las rotaciones, mostraron la capacidad de ajustar su ubicación según dónde estaba el resto. Así como un movimiento desencadenó otros, en otras ocasiones ver a un compañero en una zona generó reacciones que llevaron a desmarques o a desplazamientos para favorecer la siguiente acción.
Con futbolistas de semejante talento y lectura, ese reparto de espacios fue clave y favoreció unas asociaciones que fluyeron con naturalidad. Aparte de un ejemplo evidente como el de abajo, con un Mbappé que inició la carrera al girar la cabeza y observar a Di María retrocediendo, hubo varias acciones (aparte del 1-0) en las que Neymar y el rosarino se encontraron por adentro y en movimiento tras partir “alejados” -aunque en el juego estuvieron muy cerca.

Otra cosa que hizo muy bien el PSG en ataque fue picar repetidamente detrás de la defensa, aun sin que derivaran en recepciones. Eso le permitió empujar a la defensa hacia atrás y también, cuando pudo sincronizar lanzamiento y desmarque, crear situaciones de gol. Como muestra, así se produjeron tres jugadas decisivas (ver abajo): la expulsión, el 2-0 y el 3-0. Incluso hubo una acción muy similar a la del segundo tanto que derivó en una chance clara de Icardi dentro del área, aunque Dimitry Bertaud atajó el remate.
Lograr esa frecuencia de movimientos, tanto para asociare como para ir atrás de la última línea, fue importante para abrir huecos y llegar al arco, además de algo que le había faltado al conjunto parisino en el debut de Pochettino frente al Saint-Étienne. Con dos mediocampistas con visión y precisión para lanzar como Leandro Paredes y Marco Verratti -quienes jugaron en línea y casi que formando un cuadrado con los centrales, seguramente para tener salida fácil y estar protegidos ante pérdidas- y dos cerebros en 3/4 como Neymar y Di María -que también son capaces de desmarcarse y ser receptores-, los espacios aparecieron al combinar desplazamientos para combinar con rupturas y la circulación fluyó.
En esas cualidades ofensivas, más una buena presión tras pérdida que permitió sostener el dominio y negar contraataques, el PSG encontró la base de una victoria que selló en una ráfaga de tres goles en tres minutos. “Estamos muy contentos, creo que fuimos muy profesionales para lograr esta actuación”, aseguró Pochettino para el canal del club.
Con un balance positivo en la segunda prueba del tridente, el equipo parisino ratificó su línea ascendente en la etapa del santafesino. Sumado su cuarto triunfo en fila, confirmó el muy buen inicio del ciclo y consolidó una buena base para seguir creciendo -aún parece tener margen para llegar a su mejor versión-, como señaló el entrenador argentino: “Los tres puntos son importantes para mantener nuestra posición de líderes, pero también para preparar nuestro trabajo para la próxima semana y ayudarnos a mejorar, porque el equipo necesita progresar y obviamente siempre es más fácil después de una victoria”.
Mientras gana y suma, el conjunto parisino disfruta y crece.
Crédito de la foto de portada: @PSG_espanol.
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