Tras la clasificación en Champions, el PSG le remontó al Saint-Étienne y se acercó al Lille. «Es una victoria que viene de creer en ella», dijo Pochettino.
Con un calendario apretado y partidos seguidos, sobre todo para los equipos que pelean en más de una competición, la temporada 2020/21 no da tiempo a desenfoques. Lo sabe el Paris Saint-Germain, que se mantiene con chances en tres torneos y después de haber eliminado al Bayern München se enfrentó a otro compromiso clave: si el duelo con la Association Sportive de Saint-Étienne ya era trascendente para seguir en la pelea por la Ligue 1, el empate del Lille el viernes (1-1 con el Montpellier) lo volvió fundamental. Ante ese escenario, el conjunto parisino mostró personalidad para mantener la tensión competitiva y remontar para llevarse tres puntos que lo dejan a uno de la cima y le dan un gran envión para la recta final de la campaña.
«El equipo tiene fuerza mental», subrayó Mauricio Pochettino en conferencia de prensa. Y agregó: «Tiene calidad y no solo atlética, física o técnica. También tenemos cualidades mentales y psicológicas. En los últimos meses se han producido situaciones que en ocasiones dificultaron el desempeño. No siempre fueron los resultados que queríamos en este entorno difícil. Pero estos 3 puntos nos dan cierta energía para afrontar todo esto». Luego de 75′ marcados por imprecisiones en el último tercio, el PSG se entonó en el cierre del encuentro y se llevó un triunfo clave.
A pesar de los cambios que introdujo el entrenador argentino (sólo repitieron Presnel Kimpembe, Danilo Pereira y Kylian Mbappé con respecto a la vuelta contra el Bayern), sus dirigidos mantuvieron una estructura y comportamientos reconocibles. Frente al 4-42 bastante estrecho de los de Claude Puel, en muchos pasajes la distribución se pareció a la del primer enfrentamiento liguero (1-1 en el debut del santafesino), con un mediocampista retrasado para formar una línea de tres con los centrales (generalmente fue el portugués, que venía de actuar como central), el extremo derecho cerrado (Pablo Sarabia) y el otro abierto (comenzó Moise Kean, que alternó su lugar con un Mbappé que partió como centrodelantero) para doblar con el lateral la banda izquierda. Otra variante fue con Alessandro Florenzi junto a los zagueros y el español ex Sevilla pegado a la línea mientras Ander Herrera, el otro integrante del doble 5, se desprendía desde atrás.
Más allá de la disposición en el campo y de las buenas intenciones colectivas, con movimientos acompasados y combinaciones para progresar, la producción ofensiva del conjunto parisino quedó limitada por sus imperfecciones en el último tercio. Durante gran parte del encuentro vio desaprovechadas distintas llegadas tanto por malas decisiones como por pases o remates defectuosos. Si bien manejó la pelota e hizo énfasis en el ataque de los costados (con un 45,7% de los avances por el izquierdo en el primer tiempo y un 39,2% por el derecho en el segundo), sus triangulaciones y sociedades en 3/4 no se reflejaron en el marcador por flojas elecciones (debejo, el cuarto clip es un ejemplo; Florenzi remató cuando había cinco potenciales rematadores en el área) o ejecuciones.
Sin poder romper el cero, el PSG también se enfrentó a algunas contras (aunque no todas se aproximaron a Sergio Rico) a partir de lo que hicieron Wahbi Khazri y, sobre todo, Romain Hamouma, quienes se encargaron de conducir, lanzar y hasta finalizar las réplicas. Y el Saint-Étienne se puso en ventaja, ya que tras un avance por izquierda Miguel Trauco tuvo tiempo y espacio para ejecutar y Denis Bouanga apareció solo en el área. Si bien las libertades para los rivales se repitieron en el 2-2 (el autor del 1-0 pudo rematar sin mucha oposición y en el rebote apareció Hamouma), los dirigidos por Pochettino se recompusieron y mostraron carácter para ponerse en ventaja dos veces.
El primero en tomar un rol protagónico fue Mbappé, que lideró el camino al 2-1 parcial: mostró una determinación especial, con excelentes desmarques, conducciones potentes y mucha precisión, y convirtió de jugada (tras un pase largo de Herrera, en una conexión que se había dado antes) y desde un penal que él mismo provocó (con una gran carrera luego de una de las buenas asociaciones en 3/4; ver abajo). Luego aparecieron Ángel Di María, que se adueñó de la búsqueda final, generó desde la derecha y hasta estuvo por hacer un gol olímpico, y Mauro Icardi, quien convirtió de cabeza para cerrar la conexión argentina que desató un festejo que reflejó la importancia de los tres puntos.

«Es un triunfo en la última acción, aunque no sé si es un triunfo de campeón. Es una victoria que viene de creer en ella y hay que tener en mente que en el fútbol tenés que ir buscando hacer que las cosas pasen. Son tres puntos importantes en la carrera por el título», aseguró el técnico santafesino. Además, se refirió a la mentalidad inquebrantable que instaló en sus trabajos previos y que busca trasladar a Paris: «Siempre soy optimista. Más allá del conocimiento relacionado con el fútbol, con mi cuerpo técnico siempre tratamos de tener una actitud positiva en el grupo y con el equipo. Esto es lo más importante, más allá del fútbol y el trabajo. Tenés que pensar que siempre pueden pasar cosas positivas».
Este festejo le da un envión anímico al PSG para la recta final de la temporada, en la que resolverá su futuro en tres competencias: Coupe de France, Ligue 1 y Champions League. Ese tramo seguirá este miércoles con el duelo de cuartos de la copa local frente al Angers, donde el conjunto parisino afrontará la primera de al menos tres semanas más con tres compromisos. Ante un desgaste -físico y mental- que no se detiene, nada mejor que un empujón moral.
Crédito de la foto de portada: Franck Fife/AFP.
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