Volando a la final

Argentina superó las turbulencias posteriores al 1-0 y pasó a la definición con Emiliano Martínez como figura. Con este envión, irá por el título ante Brasil.

Pleno de confianza, levanta los brazos parado en la línea y se agiganta en el arco. Si con su físico, grande y atlético, saca una ventaja, con su mentalidad termina de inclinar la balanza. «Lo siento, pero te como, hermano». Mientras más habla, más se agranda y más intimida. «¡Estás nervioso! Yo a vos te conozco». Y, con el pateador descolocado, domina la situación ya desde antes de la ejecución. Imponente e implacable, así se erigió como figura Emiliano Martínez, el nombre propio de la tanda de penales y de la clasificación argentina a la final de la Copa América 2021.

Desde la personalidad y la seguridad que mostró «Dibu», la Selección construyó un triunfo trabajado ante Colombia: en un partido luchado, volvió a ponerse rápidamente en ventaja (abrió el marcador antes de los 15′ por cuarta vez en los seis compromisos en este torneo) y después sufrió los embates rivales hasta que un -nuevo- gran ingreso de Ángel Di María reactivó el ataque. «Es un momento para festejar, para disfrutar. Mañana pensaremos en la final. Hay cosas para corregir en todos los partidos, no sólo en éste», aseguró Lionel Scaloni a continuación del triunfo, en una declaración que refleja los sobresaltos que atravesaron sus dirigidos para avanzar a la definición. Fue la primera ocasión en la competencia en el que sus dirigidos estuvieron realmente contra las cuerdas, aunque lograron reponerse y terminar en alza para festejar.

Como ya es habitual en esta Copa América, los minutos iniciales contaron con una versión ofensiva y «agresiva» de la Albiceleste, que ha mostrado decisión para comenzar con fuerza y pegada para materializar sus ocasiones iniciales. Lo curioso es que el gol llegó en una de las pocas jugadas asociadas, con Rodrigo De Paul centralizado, Giovani Lo Celso en zonas de 3/4 y Lionel Messi liberado para pisar el área, algo que sucedió poco: el del Udinese permaneció muy abierto y pegado a la línea, como en cuartos frente a Ecuador; el del Tottenham pisó poco el último tercio y en general se quedó muy atado a la base de la jugada, y el capitán, muy inspirado para jugadas individuales en los primeros 45′ (luego quedó mermado por el golpe de Frank Fabra), contó con pocas opciones de conexión.

Esto seguramente también se vio propiciado por la ventaja conseguida, ya que la Selección volvió a ceder posesión y terreno una vez que se adelantó en el resultado. Se ve en sus porcentajes de tenencia cada 15′: 51%, 35%, 46%, 44%, 61% (a partir del 1-1) y 62%. Los gritos desde el banco reflejaron los problemas en la circulación: «¡Movilidad!», se escuchó en un par de ocasiones para intentar mejorar al equipo. Sin tomar riesgos ni desarmar su estructura y ante la buena presión rival, que trabajó con coordinación a partir de Duván Zapata y -sobre todo- Rafael Santos Borré para tapar a los centrales y a Guido Rodríguez, incluso pasó a jugar más en largo, con mayor éxito de Lautaro Martínez (supo aguantar de espaldas al arco) que de Nicolás González, los dos principales destinatarios.

Pero Colombia reaccionó y avisó inmediatamente después del 1-0 que tenía cómo exigir a Emiliano Martínez: tras el saque, Luis Díaz llegó al fondo y envió un centro que Juan Cuadrado remató apareciendo desde atrás. Y el camino para generar se mantuvo, por los costados (el 74,4% de sus ataques fueron por las bandas, con un 45,7% por la izquierda) y con su juego aéreo (sobre todo en pelotas paradas). A lo largo del encuentro fue prácticamente un unipersonal del extremo ex Junior, que a partir de su explosión y sus engaños lideró la ofensiva de los de Rueda (terminó con un 11/16 en regates y ejecutó la mitad de los remates a puerta del conjunto). Con el respaldo de un Wilmar Barrios importante para cortar e iniciar, la compañía para profundizar se la dieron el mediocampista de la Juventus, menos influyente cuando retrocedió al lateral, y las pinceladas de Edwin Cardona, quien utilizó su pegada para lanzar y diversificar los avances, al aumentar los que se dieron por el medio (de 19,5% en el primer tiempo, el equipo pasó a 33,6% en el segundo).

Entre la mejora de Colombia y su habitual cambio de postura, la Selección concedió mucho y llegó poco. Hasta el ingreso de Di María, quien partiendo desde la derecha –donde alcanza su mejor versión– aportó desequilibrio, creatividad y el impulso necesario para volver a acercarse a David Ospina. Entre el 1-0 y los 67′, cuando entró el rosarino, apenas hubo dos remates (ambos sobre el cierre de la etapa inicial), pero a partir de ese momento se produjeron nueve. Además, su impacto se refleja en dónde intervino Messi en los 45′ finales: sin el del PSG en cancha lo hizo cerca de la línea media y lejos del arco, mientras que con él en el campo pasó a tocar la pelota principalmente en el último tercio y alrededor o dentro del área (ver arriba).

Consumado el empate, apareció la figura de Emiliano Martínez, los pateadores mostraron temple y Argentina logró un empujón de confianza importante para la final. Para poder ser campeón le queda un paso, ante una Brasil que no brilla y por momentos depende mucho de Neymar para la creación, pero tiene un bagaje competitivo importante y una buena base defensiva. Tras clasificarse detrás del vuelo de Dibu, los de Scaloni llegan con un envión anímico y sueñan con concretar el golpe que anticipó su capitán.

Crédito de la foto de portada: Andressa Anholete/Getty Images.

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