Tropezón de un PSG de bajas revoluciones

Tras el gran triunfo en Barcelona, los de Pochettino jugaron mal y perdieron con el Monaco (2-0). Es la segunda caída del ciclo, con similitudes con la primera.

Muchas veces, lo normal después de alcanzar un logro especial es desconectarse y relajarse. Como si luego de la tensión y la euforia fuera necesario parar para disfrutar y equilibrar emociones, lo que deriva en una menor prestación de la posible en esos días «libres». Algo así le pasó al Paris Saint-Germain, que luego de una noche glamourosa bajo las luces europeas como la del 4-1 al Barcelona, por el contexto (sin dos de sus figuras) y la magnitud de la victoria, frente a la Association Sportive Monaco Football Club pareció estar desenchufado. A pesar de la advertencia de Mauricio Pochettino el día anterior, el conjunto parisino cedió puntos y quedó tercero a cuatro unidades del Lille (venció por 4-1 al Lorient).

«Ése es, quizás, el desafío más importante: la recuperación mental y la recuperación física. Lo más importante es el desafío que tenemos desde que llegamos, de poder jugar cada partido como si fuera el último, de jugar cada partido con la intensidad que requieren las competiciones. Más allá de que no es lo mismo una competición como la Champions League, como la Ligue 1 o como la Copa de Francia, ya que son competiciones diferentes y los ‘approach’ son diferentes», aseguró el argentino en la conferencia previa. Pero el PSG jugó mal, recibió un gol a los 6′ de cada mitad y sufrió la segunda caída del ciclo, con un trámite que tuvo varias similitudes con el de la primera (3-2 contra el Lorient): ambas veces se enfrentó a la misma distribución (5-4-1), circuló con lentitud, el rival defendió casi siempre de frente, mostró errores defensivos y los atacantes tuvieron bajos rendimientos.

Ayudado por la temprana apertura del marcador, el plan defensivo de los monegascos quedó claro desde el comienzo. Los dirigidos por Nico Kovač combinaron un 5-4-1 en repliegue con un 4-5-1 o 4-4-2 (con el salto de uno de los mediocampistas) para presionar arriba. Los objetivos principales para el trabajo en campo propio consistieron en tener superioridad ante Kylian Mbappé (cada vez que intentó desbordar fue al menos doblado y llegó a estar entre tres o cuatro marcas) y fortalecer la defensa del área, mientras que en la mitad rival fueron incomodar a Leandro Paredes y molestar los primeros pases. Para el correcto funcionamiento de esa doble disposición resultó fundamental la sincronización entre Axel Disasi y Ruben Aguilar (central que por momentos era lateral y carrilero por derecha, respectivamente) para no dar concesiones y mantener bien ocupados los espacios.

El conjunto parisino contó con un único cambio con respecto al once del Camp Nou, con el ingreso de Ander Herrera por Marco Verratti, pero no logró repetir la fluidez ofensiva. Más allá de la distinta sintonía, evidente en el menor ritmo que le imprimió a la tenencia, también se debió a que le faltó presencia y finura entre líneas y desequilibrio por afuera, tanto por acciones individuales como colectivas -al juntar por un lado y sorprender por el otro o asociarse con velocidad, por ejemplo. Con Mbappé alternando recepciones cerca de la línea lateral para buscar el uno contra uno con otras más cerradas, como ya es habitual, y un Moise Kean de tendencia más interna que en sus anteriores partidos como extremo derecho (además de en la Champions, lo hizo en el 2-1 al Nice), las bandas muchas veces quedaron para los laterales (ver abajo).

Las posiciones medias de los titulares del PSG, con Gueye (27) y Herrera (21) en la misma línea y Kean (18) cerrado, y el Monaco, con Disasi (20) más separado de los otros centrales. Vía: WhoScored.com.

Pero sin Verratti, que contra el Barcelona mezcló alturas a la perfección para ser, alternadamente, una opción detrás de la presión y también descarga sobre un costado para ayudar a progresar, los tres mediocampistas no terminaron de ser ese nexo entre defensa y ataque. En varios tramos del juego la única referencia detrás de Mauro Icardi (que al principio buscó retroceder para participar, pero poco a poco se quedó más fijo entre los centrales) fue Kean, que no logró desnivelar entre líneas. Como le costó ofrecer una línea de pase por adentro y no estuvo muy fino en sus ejecuciones técnicas, dos cosas fundamentales donde los espacios son pocos, al PSG le faltó mayor presencia ahí durante gran parte del encuentro (los ingresos de Rafinha y, sobre todo, Julian Draxler apuntaron a corregir esa cuestión, pero tampoco pudieron pesar).

Al delantero italiano también le faltó algo más de movilidad, tanto para lanzar un desmarque detrás de la defensa como para apoyar a Alessandro Florenzi en la derecha -en corto o con diagonales de adentro hacia afuera, que sirven para arrastrar marcas o ganar la línea de fondo. El lateral se proyectó con frecuencia, aunque entre el disciplinado marcaje de Kevin Volland, la falta de opciones y finalizaciones imprecisas (completó 1/7 centros; sumado al 1/6 de Kurzawa, eso le restó claridad al equipo en el tercio final) muchas veces descargó hacia atrás (ver abajo).

Con pocas opciones detrás del mediocampo rival para dividir las atenciones de la defensa y complicar la toma de referencias, con una circulación lenta, un Mbappé errático (completó 3 de 7 regates y tuvo 29 pérdidas), una banda derecha que por momentos quedó aislada y generó pocas ventajas (apenas 23,4% de los ataques fueron por ahí, con un 17,3% en el segundo tiempo) y sin muchas rupturas al espacio o movimientos complementarios para abrir huecos, al PSG se le hizo muy difícil generar desacoples en el bloque del Monaco y evitar que defendiera de frente, lo que simplifica el trabajo. Por eso, sufrió para profundizar la tenencia y se quedó sin convertir por primera vez en el ciclo.

Más allá de un par de búsquedas en largo de Paredes para Icardi, dos de las pocas veces que el conjunto parisino rompió el bloque defensivo fueron con pases verticales del ex Boca para un Herrera que, ubicado entre líneas, abrió para Florenzi, quien envió centros que no generaron peligro. La situación más clara llegó luego de un ataque de lado a lado -algo poco repetido- que terminó en la izquierda, con un Verratti abierto que habilitó a Kurzawa, quien ganó una dividida, llegó al fondo y encontró en el área a Kean, cuyo cabezazo fue fácilmente contenido por Benjamin Lecomte. Sumadas algunas dudas en defensa (en el 1-0, el Monaco encontró facilidades entre líneas y luego quedó dos contra uno en el segundo palo; en el 2-0, un pase de Herrera para Kean no fue fuerte), el rendimiento fue flojo.

«Creo que empezamos el partido de una buena manera y en la primera acción concedimos el gol. Después, Monaco jugó un buen partido defensivamente y nosotros tuvimos el balón más de 75 minutos, pero la verdad es que no les hicimos prácticamente daño. Ellos defendieron bien y nos faltaron ideas, sobre todo en el último tercio para poder romper esa línea que habían creado, por momentos con cinco o seis defendiendo», analizó Pochettino. Con una semana de descanso por delante, los dirigidos por el argentino terminaron la primera gran tanda de partidos: disputaron 12 compromisos en 46 días, con nueve triunfos (una representó un título), un empate y dos derrotas. Si bien el equipo aún tiene cosas por mejorar y la caída genera ruido, por el nivel y el impacto en la tabla, ha mostrado una línea ascendente en el juego y, considerando el contexto -el ciclo lleva menos de dos meses, sufrió lesiones en piezas importantes y perdió entrenamientos por la carga del calendario-, el balance es positivo más allá de los puntos a corregir. La visita al Dijon, próximo desafío en busca de la recuperación.

Crédito de la foto de portada: Benoit Tessier/Reuters.

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