Con más trabajo del esperado por la actuación del arquero, el equipo de Pochettino remontó ante el Saint-Étienne (3-1) y se recuperó de la caída ante el City.
«Después del partido contra el City, tuvimos corazón para redimirnos«, señaló Ángel Di María en Canal+, en una frase que resume la importancia que tenía el partido para el Paris Saint-Germain. Aunque podía parecer un compromiso de menor valía o intrascendente, al contar con una ventaja de 12 puntos con respecto al segundo y visitar al último, la decepcionante y resonante (por la polémica en torno a su nivel) caída en su viaje a Manchester hizo que su presentación en el Stade Geoffroy-Guichard se volviera más relevante. No sólo con respecto al resultado, para ganar y recuperar buenas sensaciones, sino también en cuanto al rendimiento. Con el esperado debut de Sergio Ramos y un trabajoso triunfo por 3-1, el conjunto parisino cumplió los objetivos que tenía antes de enfrentar a la Association Sportive de Saint-Étienne.
En la primera titularidad de su póker de ases en un mes (la última vez había sido en el clásico contra el Olympique de Marseille, el 24/10), el PSG logró un volumen de juego como pocas veces con sus cuatro cracks juntos (frente al Stade Rennais Football Club también lo había tenido, pero más concentrado en el primer tiempo). Si bien la expulsión de Timothée Kolodziejczak llevó al local a cerrarse, los dirigidos por Mauricio Pochettino le dieron ritmo y profundidad a su circulación (313 de sus 720 pases, el 43,47%, fueron dirigidos al último tercio). Con un Ángel Di María con mucha presencia interior y de frecuentes retrocesos para ayudar a progresar (fue el jugador con más toques del partido, con 113), un Lionel Messi más organizador y asistidor que definidor (aunque tuvo sus chances para convertir), un Neymar que desniveló en la izquierda ante Alpha Sissoko y también se combinó por adentro y un Kylian Mbappé de buenos movimientos (pero errático en la definición), los delanteros se complementaron y se asociaron para romper un bloque defensivo que priorizó cerrar el carril central.
Esos circuitos ofensivos estuvieron favorecidos por lo bien que les llegó la pelota desde atrás, un aspecto en el que Ramos jugó un papel destacado. A falta de ver cuál puede ser su impacto a nivel defensivo (tuvo acciones positivas, pero no fue muy exigido), en su primera aparición quedó claro que en la distribución representa un salto de calidad: mostró precisión (completó 95/101 pases, más que cualquier otro futbolista), resolvió con jerarquía las pocas situaciones de presión alta que enfrentó y le dio agilidad a la tenencia, sumando un recurso importante con sus cambios de frente (siete de sus nueve envíos largos fueron exitosos). Aunque Presnel Kimpembe también puede aportar en esta faceta (ser zurdo representa otra variante y es de uno de los centrales del plantel que más conducen), el español y Marquinhos sobresalieron en la primera fase de las jugadas. Su influencia fue tal que, junto con los descensos de Di María y Messi, hasta disimularon la falta de un mediocampista de juego, ya que Idrissa Gueye (quien redondeó una actuación completa) y, sobre todo, Danilo Pereira no se caracterizan por ser dúctiles en el manejo (ver abajo).



Más allá de que la roja influyó, la disposición adversaria no varió en demasía. A pesar de que quedaron condicionados, los dirigidos por Claude Puel igual mantuvieron los rasgos principales de su plan defensivo y reducir parte del peligro de los parisinos. Con el bloque parado más atrás y cerca del área, sostuvieron su estrategia enfocada en cerrar el centro a partir de dos líneas de cuatro juntas y estrechas. Para que el PSG no exigiera una y otra vez al sobrio Etienne Green -quien, sobre todo en la etapa inicial, dejó atajadas impresionantes- fue importante la labor de Harold Moukoudi, quien ingresó para completar la zaga y mostró una buena lectura para cortar conexiones internas: con cinco intercepciones, 45′ le alcanzaron para establecer la marca más alta del duelo en ese rubro. De todas formas, su ejercicio de resistencia no pudo evitar la derrota porque si bien por momentos mantuvieron las acciones lejos de su arquero, los de Pochettino mostraron paciencia (como en su segundo tanto) y su jerarquía pesó para llevarse los tres puntos.
Por otro lado, en el aspecto en el que el Saint-Étienne sí sintió su inferioridad numérica fue en el ataque, ya que le costó más sostener la pelota. Aunque remató más en el segundo tiempo (cinco veces) que en el primero (tres), sus ataques duraron menos y le costó más cruzar la mitad de la cancha. La inteligencia y la movilidad de Wahbi Khazri (dio dos pases clave, incluida la asistencia en la apertura del marcador) y el desequilibrio de Denis Bouanga (con 5/10 regates completados y cuatro disparos fue el hombre más incisivo del local) le permitieron tener esporádicos contraataques, que no pudieron capitalizar.
Sus pocas oportunidades también se debieron a la muy buena presión, coordinada y eficaz, del equipo parisino. Con Mbappé encargado de ir por uno de los dos zagueros, Di María y Neymar entre el central y el lateral de su lado, Messi pendiente de un mediocampista central y Gueye adelantado para respaldar a los cuatro atacantes y apretar al poseedor una vez que la salida se orientaba hacia un costado, consiguió varios robos en el último tercio (ver abajo), como en el gol anulado, o forzó pases largos en los que se impuso. Es cierto que la expulsión le dio más ventaja para realizar ese trabajo, pero también lo aplicó con éxito antes de esa incidencia. Lo demuestra su número de pases permitidos por cada acción defensiva (PPDA, una estadística que sirve para medir dónde y con cuánta decisión y coordinación busca recuperar un conjunto; los valores bajos indican que lo hace arriba en el campo): 5,20, el más bajo en sus últimas cinco fechas -en las que siempre tuvo marcas de al menos 12- y muy por debajo de su promedio de 9,88 -que, según The Analyst, es el segundo menor en la Ligue 1, detrás de la Association Sportive Monaco Football Club.

Pero entre los puntos positivos del esperado debut de Ramos, el sólido rendimiento y la ratificación de su ventaja, que se mantiene de 12 puntos sobre el Rennes, se metió uno negativo: la lesión de Neymar, que de acuerdo con el primer parte médico estará al menos seis semanas fuera de las canchas. Sin el brasileño, pero en un buen momento en el torneo doméstico (lleva cuatro victorias en fila), en las próximas dos jornadas el PSG se enfrentará con el Olympique Gymnaste Club de Nice (3° en la tabla) y el Racing Club de Lens (5°), que representan dos desafíos interesantes que le pueden servir para consolidar algunas virtudes y salir reforzado.
Crédito de la foto de portada: @PSG_Inside.
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