El City desplegó su brillante juego colectivo y dominó a un conjunto parisino que tuvo buenos pasajes, pero se vio superado y no pudo evitar la derrota (2-1).
Si hay una característica que suele marcar a los equipos en desarrollo, ésta es la irregularidad para plasmar su propuesta en la cancha: con un plan definido, lo que generalmente limita a estos conjuntos es su incapacidad para llevarlo a cabo (sea por cuestiones tácticas, de complementación o sincronización entre los futbolistas o -como en este caso- por falencias en alguna faceta del juego, físicas o mentales, por desconexiones o relajación). Tan brillante en sus momentos de compenetración como inconsistente en su rendimiento general, el Paris Saint-Germain está atravesando ese camino sinuoso, como volvió a demostrar en el Etihad Stadium. Dentro de su proceso de construcción, algo que Mauricio Pochettino se encargó de mencionar repetidas veces, a lo largo del encuentro tuvo minutos positivos y de cierto dominio en las acciones, pero los pasajes de superioridad del Manchester City pesaron más y perdió por 2-1.
«Creo que hubo dos mitades diferentes», analizó el entrenador santafesino. Y agregó: «En la primera no empezamos bien. Ellos fueron muy agresivos en la manera en la que presionaron arriba. Hubo cosas buenas y otras que tenemos que mejorar como equipo. Llegamos 0-0 al entretiempo y fue bueno corregir algunos problemas. Cuando comenzamos el segundo tiempo, lo hicimos muy bien y el partido estaba bajo control cuando anotó Kylian. Después, fuimos forzados a hacer algunos cambios y luego concedimos. El objetivo era clasificarse (a los octavos de final) y primeros, pero hay que darle crédito al City, que es un muy buen equipo. Estoy decepcionado, pero tenemos que mirar hacia delante y tratar de mejorar cada día». Si bien en general el duelo se jugó como pretendían los dirigidos por Pep Guardiola, el viaje del conjunto parisino a Inglaterra refleja sus problemas para imponer condiciones por largos períodos, especialmente por más de un tiempo. Como en el fin de semana frente al Football Club de Nantes, en la caída ante el Stade Rennais Football Club y en el triunfo contra el Football Club de Metz, no consiguió extender sus tramos favorables (en esos tres compromisos lo hizo durante prácticamente los 45′ iniciales; en esta ocasión, principalmente entre los 40′ y los 60′).
En un partido marcado -en el desarrollo y, sobre todo, en los análisis posteriores- por las desconexiones de Lionel Messi, Kylian Mbappé y Neymar para defender, los ingleses le imprimieron su sello al juego. Con el tridente desligado de tareas defensivas, posiblemente más por un comportamiento propio que por algo planeado (por lo que se había visto en el enfrentamiento en el Parc des Princes y su comportamiento en los primeros minutos, buscando descansar cerca del carril central y no tan alejados del resto del bloque), el local pudo instalarse fácilmente en campo rival y manejar la pelota. Que sólo el 16% de las acciones se dieran en el tercio del arco de Ederson (con un 42% en el central y un 42% en el defendido por los parisinos) marca lo que fue el trámite. Ante las dificultades para presionar, por los recursos rivales y la irregular aplicación de los atacantes, el PSG optó por retrasar a sus otros siete jugadores e intentar fortalecer su defensa del área.
Si bien tuvo algunos momentos de relativa calma, durante casi toda la primera etapa debió resistir (con un enorme Marquinhos a la cabeza) los embates de un City que llegó en cantidad (11 remates) y calidad (forzó atajadas de Keylor Navas y hasta estrelló un disparo en el palo). El dominio se acentuó cuando Rodri contó con más comodidad para dirigir los avances y cambiar de lado, algo que durante los 15′ iniciales no había tenido -en el comienzo de cada mitad, entre Messi y/o Neymar estuvieron más pendientes de descansar cerca de él; como en la ida, para Pochettino el español era un jugador clave a incomodar para restarle fluidez a la circulación «Cityzen». El ex Atlético de Madrid (completó 87/92 pases, marcas más alta entre todos los participantes, y dio cuatro envíos largos), fue un protagonista central de varias de las mejores llegadas de los de Guardiola, incluidas la primera (un remate del desequilibrante Riyad Mahrez desviado por Achraf Hakimi) y la del empate parcial. Con libertades para mover la pelota y recursos para profundizar una vez que la jugada llegaba a los extremos (el uno contra uno y las diagonales de un interior entre el central y el lateral, principalmente), el local aprovechó sus virtudes y las debilidades rivales para lastimar por afuera.
Aunque pasó mucho tiempo en su campo, el PSG también mostró lo peligroso que puede ser con la posesión y dejó chispazos de su potencial. Con salidas milimétricas ante la presión alta -incluso con varios toques cortos en su área-, buenas progresiones al encontrar a un compañero entre líneas -generalmente a Messi o Ander Herrera a los costados de Rodri, pero también con Neymar o algún retroceso de Mbappé- y tenencias largas en las que movió al contrario, pudo incomodar al dueño de casa. Más allá de algún contraataque puntual, como cuando el brasileño logró recuperar en el círculo central y asistió al francés, apostó más por avances pausados y por desequilibrar desde las conexiones entre los tres cracks, que contaron con libertad para moverse y juntarse (en el gol, el argentino arranca cerca de la mitad de la cancha y en la izquierda). Sin embargo, ante un excelente equipo, no le alcanzó para llevarse puntos.
«Estamos mejorando. En las circunstancias dadas, estoy contento de cómo estamos mejorando paso a paso. Las cosas están mejor que hace un mes y mucho mejor que hace dos meses. Creo que, poco a poco, el equipo va a mejorar», señaló un Pochettino que buscó quedarse con algunos puntos positivos, como la clasificación a octavos por la caída del Club Brugge. Si bien tiene margen para crecer y puede jugar mejor, es cierto que el conjunto parisino ha mostrado una evolución y ha asentado algunas pautas, como las salidas externas (el patrón más reconocible esta temporada y que en Manchester se vio con un ligero cambio, con un Herrera que se abría y retrocedía para arrastrar a João Cancelo y crear un espacio que Hakimi podía aprovechar) y las ascendentes asociaciones del tridente. En defensa debe corregir sus dificultades para defender ataques externos (busca compensar con ayudas de los interiores, pero le vendría bien un salto de calidad a nivel individual del marroquí y de Nuno Mendes), pero ha maquillado sus inconvenientes en las transiciones defensivas -sin llegar a erradicarlos- con más atención de los mediocampistas para presionar tras pérdida y con líneas de tres para desarrollar la fase ofensiva -más con un jugador metido atrás que con otro central en la alineación. Es evidente que le falta ajustar otros aspectos y, en especial, darle más continuidad a su funcionamiento, pero tiene bases que le pueden permitir acercarse al techo que se le intuye.
Crédito de la foto de portada: Carl Recine/Reuters.
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