Aunque volvió a mostrar fallas en defensa y sufrió los ataques directos y externos del Leipzig, el conjunto parisino remontó desde la conexión Messi-Mbappé (3-2).
Tan endeble como peligroso, el Paris Saint-Germain volvió a sacar adelante un compromiso en el que tuvo buenos y malos pasajes. Casi como si estuvieran en un parque de atracciones y en cada partido se encontraran en un laberinto distinto, los de Mauricio Pochettino van buscando salidas para ganar sin terminar de consolidar pautas para el medio o largo plazo. Si bien el PSG logró remontar para el 3-2 y «escapar» del RasenBallsport Leipzig para sumar otro triunfo (su undécimo en 14 encuentros esta temporada), la sensación que dejan ésta y otras presentaciones es que le está costando completarse como equipo y sostener un rendimiento dominante. Igualmente, sí va sumando pequeños puntos positivos, como en esta ocasión la creciente conexión de Lionel Messi y Kylian Mbappé -los dos grandes protagonistas de la noche-, mientras sus resultados le dan tiempo para trabajar.
La falta de una preparación adecuada, el calendario apretado y las constantes bajas (de la ventana de selecciones volvieron lesionados Leandro Paredes y Neymar) aparecen como posibles razones de lo que se asemeja a una «supervivencia» en el día a día, sin mucho margen para mirar una imagen más grande. En lo que va de la campaña ha mostrado flexibilidad para optar por diferentes estrategias (como se vio en los primeros encuentros de la 2021/22 o ante el Olympique Lyonnais) y hasta adaptarse a distintos contextos (contra el Manchester City, cuando pasó mucho tiempo sin la pelota), aunque ha tenido dificultades para estirar los pasajes positivos y mantenerse sólido defensivamente. Para recibir al Leipzig volvió a tener ajustes, como la continuación de Marco Verratti como mediocampista central y Julian Draxler como extremo en ataque y parte de una línea de cuatro medios para recuperar, y a alternar momentos altos y bajos, con tramos de cierto sufrimiento ante un rival que le generó problemas por su estilo de juego.
Como se preveía, los avances veloces y externos fueron una fuente de ventajas para los dirigidos por Jesse Marsch. El conjunto parisino suele ofrecer facilidades por las bandas y en contraataques, por lo que era lógico que esas dos cualidades de los alemanes pesaran en el desarrollo del partido. Pochettino avisó en la conferencia previa que debían cuidar las pérdidas («Son un equipo con mucha energía, agresivo y con muy buenos jugadores. A la hora de la posesión, debemos manejarla con inteligencia para en cada acción tratar de perderla en lugares y situaciones que nos favorezcan la recuperación posterior, para que esas transiciones que ellos tienen no nos creen problemas. La posesión, la forma en la que perdamos el balón y en la que finalicemos las jugadas, va a ser determinante para el trámite», dijo), pero ese aspecto igual resultó en más de un dolor de cabeza. Más allá de que hubo varias ocasiones en las que presionó bien y logró quitar inmediatamente, el local tuvo imprecisiones y errores que derivaron en cesiones en lugares incómodos (ver arriba) y no siempre reaccionó adecuadamente.
«Hemos perdido muchos balones en el último tercio, pero sobre todo ante la primera presión del Leipzig -analizó el entrenador santafesino después de la victoria. A veces, esa intensidad que mostraban ellos hacía que nuestros medios descendieran bastante y no pudiéramos conectar con nuestros futbolistas ofensivos para poder jugar en campo contrario. Más allá de que la posesión estaba de nuestro lado, no lo estaba en la altura que queríamos, que era más arriba. Son cosas que necesitamos ir trabajando. Para el ensamblado de todas estas situaciones se necesita tiempo y trabajo, algo que, por las circunstancias que sean, no tenemos». Además, el PSG concedió ventajas por afuera tanto por los cambios de lado del rival como por algunas falencias propias (Achraf Hakimi y Nuno Mendes son laterales de perfil ofensivo y pueden pasarla mal en defensa). Sin tantas ayudas de los mediocampistas y ante un ataque que ubicaba mucha gente en el área, por momentos sufrió la vocación ofensiva característica de los clubes del grupo Red Bull. De hecho, los dos goles visitantes llegaron tras dos quites sobre Verratti -que no alcanzó el alto nivel que había tenido frente al City- y con combinaciones rápidas para que Angeliño lastimara con su pegada (asistió tanto a André Silva como a Nordi Mukiele).
Los dirigidos por el santafesino contrarrestaron eso de mejor manera con el ingreso de Danilo Pereira pocos minutos después del segundo tanto, al pasar a jugar con tres centrales. Así pudieron tener siempre un defensor libre y presionar mejor, ya que la última línea empezó a empujar hacia delante y eso les permitió generar superioridades para robar, como se vio en el primer festejo de Messi (luego de un mal pase atrás que forzaron Marquinhos y Hakimi). Desde esa modificación crecieron y lograron dar vuelta el resultado. De la mano de los dos integrantes presentes de su ataque estelar, retomaron una postura dominante y sacaron provecho de la jerarquía y la potencia de su ataque. El rosarino levantó su nivel a partir del ajuste y su posición más centralizada, si bien en la primera etapa también tuvo acciones destacadas y fue una parte importante de las mejores progresiones del equipo. Por su parte, lo de Mbappé fue estupendo durante los 90′, incluso con el penal errado. Casi todas sus intervenciones hasta el entretiempo resultaron positivas y fue la principal amenaza, tanto al espacio y en contraataques como en avances estacionados.
En total, el francés completó uno de sus mejores como centrodelantero en cuanto al juego de espaldas y entre líneas (ver arriba). Ésta es una materia que ha ido aprendiendo con la continuidad en ese rol, ya que el semestre anterior no recibía tanto en esas situaciones (cuando partía por adentro, salía bastante hacia la izquierda y en algunos momentos seguía jugando como extremo). Esta temporada está cumpliendo esa función con mayor regularidad, sobre todo cuando comparte cancha con al menos dos de Messi, Neymar y Di María, y ha mostrado un desarrollo en esta faceta. Con criterio para jugar a uno o dos toques y aclarar la acción o con precisión para liberarse de la marca y acelerar, “Kiki” no sólo influyó en el último tercio, sino que también ayudó a llegar hasta ahí.
«Es verdad que el talento se encuentra y se encuentra fácil. Jugadores como Leo, Kylian u hoy Julian, que eran los tres jugadores más ofensivos, tienen un enorme talento y está claro que esa conexión está, más allá de que quizá falta de trabajo. Yo creo que hubo muchas cosas buenas», subrayó Pochettino. Y agregó: «Creo que el equipo quizá no brilló, pero ha hecho cosas buenas. Cosas que se están viendo que estamos mejorando, y todo eso parte de la base del tiempo, del conocimiento que van encontrando cada día. Con el tiempo, seguro que esas cosas van a ir funcionando mucho mejor y va a estar todo más aceitado». Conseguido el triunfo, el PSG se mantiene en la cima del grupo A y es líder a nivel local y continental. Con el respaldo de los resultados y buen ánimo, afrontará el clásico del domingo ante el Olympique de Marseille con la intención de jugar un partido con mayor estabilidad, sin volver a entrar en un laberinto.
Crédito de la foto de portada: AP.
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