Sin fluidez con la pelota, la Selección sufrió para avanzar y profundizar, pero entre su oficio, su jerarquía individual y ráfagas de buen juego logró vencer a Uruguay (1-0).
Tan imprecisa y espesa como certera en las áreas, la Selección sacó adelante uno de sus peores partidos del último tiempo. Incapaz de manejar la pelota con fluidez por varios minutos, durante distintos pasajes sufrió la presión y los avances verticales de Uruguay. Aun así, el conjunto de Lionel Scaloni mostró ofició y capacidad para acomodarse a un duelo cerrado y trabado y se llevó tres puntos que lo acercan más al Mundial. Desde una gran atajada de Emiliano Martínez sobre Nahitan Nández y un golazo de Ángel Di María (luego de una buena recuperación de Paulo Dybala y con una proyección de Nahuel Molina que le dio un segundo más para acomodarse), la Albiceleste construyó en los instantes iniciales un triunfo que sostuvo al resistir los embates más viscerales que cerebrales del local.
«Era un partido en el que necesitábamos dar un salto como equipo», aseguró el entrenador santafesino. Y agregó: «Hay veces que no se puede jugar bien porque el rival propone un estilo y nosotros nos adaptamos al partido que se dio. Esa es una buena señal, importante como equipo». El planteo de los dirigidos por Óscar Tabárez cambió respecto del 3-0 de octubre, ya que contaron con un defensor y un mediocampista más. Eso no sólo representó un ajuste numérico (de un 5-4-1 a un 4-5-1), sino también una mejor ocupación de los espacios en la mitad de la cancha y una mejor defensa interior. Así pudieron cortar los circuitos de Argentina, que en este 2021 se ha caracterizado por apostar por ataques más largos y ha logrado un gran volumen de juego desde el buen pie de sus mediocampistas.
Sin Leandro Paredes ni Lionel Messi, quien suele sumarse a esas combinaciones, y ante ese cambio de la «Celeste», la calidad de la tenencia se redujo. Si bien contribuyeron el mal estado del césped y la presión uruguaya, con un destacado trabajo de los mediocampistas, la Selección estuvo imprecisa. Con dudas en algunos pases, malas ejecuciones y cierta falta de movimientos, tanto abajo para liberarse y ser opción o arrastrar marcas como arriba para desmarcarse detrás de la defensa, se repitieron las salidas sin éxito. El mapa con las recuperaciones del dueño de casa grafica bien esta situación.

Aunque por momentos los de Scaloni consiguieron encadenar varios pases y manejar el balón con tranquilidad -sobre todo entre los 15′ y los 30′ y con el impacto que generaron Joaquín Correa, Ángel Correa y Alejandro Gómez en el segundo tiempo-, su rendimiento estuvo marcado por esa falta de fluidez con la pelota. La posición de un contenido Rodrigo De Paul, que actuó más atrás que en otros partidos (ver abajo), seguramente por las dificultades para progresar, refleja esos inconvenientes: sin su dinámica y precisión en campo rival, por momentos faltaron caminos para acelerar los avances y acercarse a Fernando Muslera. Además, el ex Racing se mostró más errático que otras veces y varias de sus malas entregas provocaron contraataques: fue el futbolista albiceleste con más pérdidas (16) y completó el 84% de sus pases (66/79), un porcentaje más bajo del 90,9% (53,73/59,09) que promediaba en las Eliminatorias hasta este encuentro.
Ese contexto se tradujo en pocos remates de Argentina (siete, por debajo de los 15,27 de media que traía y su marca más baja del torneo junto con la del 1-0 a Perú; antes del entretiempo sólo remató una vez) y en un escaso juego en el último tercio de la cancha: aunque finalizó con el 64% de la tenencia, sólo el 15% de las acciones del partido se dieron en esa franja cercana al arco contrario (apenas un 11% en la etapa inicial, con una posesión del 72%). Los buenos ingresos de Joaquín Correa y Gómez ayudaron a preocupar más a la defensa, sobre todo por su movilidad y cómo desequilibraron individualmente o con asociaciones, pero la tónica general del rendimiento colectivo no cambió mucho.
Por suerte para la Selección, Uruguay no mostró muchas ideas para llegar y no acertó en sus intentos (de 19 disparos, apenas cuatro fueron entre los tres palos). Desde esos robos altos y su juego directo generó varias chances, pero entre malas definiciones y atajadas de Martínez no pudo convertir. Durante largos pasajes impuso condiciones y merodeó el área, pero se acercó más por ganas que por recursos. En los centros encontró una de sus principales alternativas, pero conectó 6 de 30 y tuvo problemas para superar al triángulo conformado por los centrales y el mediocampista central de la visita: de sus 34 despejes, 22 fueron realizados entre Guido Rodríguez (5), Nicolás Otamendi (6) y Cristian Romero (11), quien fue una de las figuras.
Sin la tranquilidad que le hubiese gustado y con un rendimiento discreto, el conjunto de Scaloni sumó una victoria que lo acerca al Mundial y que le deja algunos puntos positivos, como el temple para este tipo de duelos y la capacidad para ganar incluso sin jugar bien. Esto comentó el técnico del carácter de sus dirigidos: «Estoy orgulloso de lo que estamos haciendo. Entra uno y sale otro y el equipo no se resiente. Ya saben lo que pienso de este grupo. Las ganas de estos chicos son increíbles y estoy orgulloso de entrenarlos». Con chispazos, a Argentina le alcanzó para seguir su rumbo triunfal hacia Catar.
Crédito de la foto de portada: Ernesto Ryan/AP.
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