La Selección sigue sumando triunfos y fiestas

En el que seguramente sea su último partido en Argentina antes del Mundial, el equipo de Scaloni goleó a Venezuela (3-0) y volvió a mostrar su idilio con el público.

Clasificada a Catar 2022 con varias fechas de anticipación, empujada por una ola de apoyo popular y exhibiendo un gran rendimiento colectivo, la Selección Argentina está disfrutando el año mundialista. Con el buen ambiente a su alrededor y la tranquilidad que da tener asegurado el lugar con antelación, el equipo de Lionel Scaloni está en condiciones de afrontar la recta final de la preparación de la mejor manera: sin la tensión provocada por la necesidad de pelear por un boleto, puede evaluar jugadores de cara a la lista definitiva, probar ajustes tácticos, potenciar esa energía entre el plantel y el público y citar jóvenes para el futuro. En esos aspectos -más que en los puntos- está su enfoque para cerrar la etapa de competencia a nivel sudamericano, en una serie de partidos que abrió con un claro triunfo ante Venezuela (3-0) en el que confirmó puntos positivos y descartó alguna idea para suplir a Lautaro Martínez.

Asentada una identidad de juego que vivió una transformación en el medio de las Eliminatorias («El equipo fue mutando, porque empezamos jugando de una manera un poco más vertical. Pero cuando ves los futbolistas que tenés y los que mejor juegan lo hacen de una determinada manera, ahí es donde el entrenador tiene que decir: ‘Bueno, pongo a estos jugadores porque creo que son los mejores'», dijo el técnico santafesino en la previa), con una propuesta más directa a lo largo del ciclo hasta el paso a una de más tenencia, con el quiebre en el 2-0 a Perú en la 4ª fecha, la primera puesta en escena frente a los dirigidos por José Pékerman fue para observar una nueva disposición ante la ausencia del centrodelantero titular (dio positivo de Covid-19 antes de viajar). El reemplazante volvió a ser Joaquín Correa, al igual que en las anteriores ausencias del «Toro», pero con un ajuste con respecto a las otras ocasiones: el ex Estudiantes de La Plata no se ubicó en el medio, sino que tanto él como Nicolás González partieron como extremos a perfil cambiado y bien pegados a las líneas laterales. El ataque lo completó un Lionel Messi que adoptó un rol de falso 9, aunque eso se debiera más a la ubicación de sus compañeros ofensivos que a una modificación en su zona de influencia (la única diferencia fue que no tuvo una referencia por delante).

Si bien este año el rosarino se ha reencontrado con este rol en el Paris Saint-Germain -en especial hasta que reapareció Neymar tras superar su lesión en el tobillo izquierdo-, los diferentes comportamientos y, sobre todo, posicionamientos de sus dos laderos en el tridente nacional le presentaron un escenario distinto. Si en el conjunto parisino Kylian Mbappé y Ángel Di María se dispusieron en zonas intermedias (entre el medio y la defensa y entre el lateral y el central de su lado), Correa y González hicieron lo opuesto en la Albiceleste, al jugar más abiertos para intentar estirar a la defensa de manera horizontal. Más allá de que ambos son capaces de marcar diagonales y de que los interiores (Rodrigo De Paul y Alexis Mac Allister) tenían la misión de compensar los retrocesos del capitán y por momentos aparecieron cerca de los zagueros venezolanos, la distribución hizo que Messi no tuviera un compañero cercano en la franja central como para realizar una pared o para lanzarlo al espacio.

Eso llevó al rosarino a tirarse hacia la derecha con más frecuencia de lo usual y a retrasarse (ver arriba, imagen 1), pero sin terminar de explotar su pase final ni sus arranques de frente al arco cuando puede usar a un centrodelantero de «pivote» (ver arriba, imagen 3; con pocos envíos hacia el carril central y los alrededores del área). Pero eso cambió entre los 25 y los 28 minutos, cuando Scaloni decidió volver a la disposición tradicional y Nicolás González pasó a la izquierda y Correa se ubicó en el medio. Con una referencia por delante y mejor servicio desde atrás, el capitán pudo recibir más (hasta los 28′ intervino 28 veces, 1 por minuto, y en los 67′ restantes -sumando el tiempo adicionado- fueron 96, 1,43 por minuto) y más arriba (ver arriba, imagen 2) y crear más peligro, tanto desde su gambeta (lo que hizo en todo el encuentro, con 8/11 regates exitosos) como a través de asociaciones con un compañero de espaldas (ver arriba, imagen 4; con más descargas hacia esa zona próxima a la medialuna). La falta de juego interno no sólo se reflejó en su figura individualmente, sino también a nivel colectivo y en lo poco que atacó Argentina por el medio: hasta los 28′ lo hizo apenas en un 19,3% de sus avances; luego, en un 34,5%.

Después de la modificación, las piezas encajaron mejor y el impacto fue inmediato: si hasta ese momento la Selección había pateado tres veces, desde el momento del ajuste hasta los 35′ remató en cinco ocasiones y consiguió abrir el marcador. Aparte de Messi, el otro gran beneficiado del regreso a la distribución clásica fue De Paul, que ya no necesitó enfocarse en ocupar un espacio contra la última línea y retomó su habitual movilidad. Con más libertad para desplazarse, pasó a aparecer en más sectores (ver abajo, imágenes 1 y 2) y a influir en la salida, la gestación y la finalización (dio dos asistencias, una desde el área y otra con un pase largo).

Desde el paso adelante de ellos dos, que se potenciaron, el buen nivel de Leandro Paredes (tanto con la pelota como en la recuperación) y la irrupción de Di María desde el banco (se complementó con Messi y encendió la chispa para la goleada), el equipo creció y acentuó su dominio. En el que seguramente haya sido su último partido en el país antes del Mundial, la Selección generó otra fiesta y estiró su excelente momento.

«En principio, la idea era jugar con Leo de ‘9’ y con Nico González a la derecha y Joaquín a la izqueirda -comentó Scaloni tras el partido en relación con la búsqueda táctica para este compromiso. Después, vimos que el partido estaba de una cierta manera y cambiamos a Joaquín al centro, a Leo a la derecha y a Nico a la izquierda. Y ahí el equipo creó bastante más, porque valoramos que el partido estaba ahí». Con margen para abrir su visión y no enfocarse únicamente en ganar, la Albiceleste se da el «lujo» de probar algunas variantes y continuar su progresión en esta última fase de la preparación hacia Catar 2022.

Crédito de la foto de portada: Agustín Marcarian/Reuters.

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