En 90′ en los que mostró su potencial ofensivo y algunas lagunas defensivas, el conjunto parisino logró un triunfo importante (3-0) y pasó a cuartos de Copa.
En el inicio de una serie de tres partidos seguidos frente a sus principales competidores a nivel local durante esta temporada, para el Paris Saint-Germain era fundamental vencer al Lille y meterse entre los ocho mejores de la Coupe de France. No sólo para seguir adelante y mantenerse en camino en todos los frentes, sino también para recuperarse de la caída sufrida ante el Nantes (en un contexto especial) y empezar con fuerza la seguidilla de duelos frente a los «Dogos» (por Liga, los volverá a recibir el 3/4) y el Lyon (lo visitará este domingo por la 30a fecha). Por eso, más allá de que su desempeño dejó algunos puntos por revisar y aún está en busca de regularidad en su nivel, entre el carácter competitivo demostrado, algunos aspectos destacados de su juego y la victoria Mauricio Pochettino pudo extraer conclusiones positivas del encuentro.
Sobre unos últimos días agitados, luego de que robaran en los hogares de Ángel Di María y los padres de Marquinhos, y su impresión de la goleada, el santafesino aseguró en el canal del club: «Estoy muy contento con el rendimiento, con el espíritu del equipo. Ellos se merecen mucho, mucho crédito. Quiero enviarles mis felicitaciones a ellos y a la familia alrededor, ya que los últimos días fueron complicados para todos porque todos sintieron lo que pasó con Marquinhos y con Ángel. Es algo que tocó mucho al grupo, y eso por eso que felicito mucho al equipo, a los jugadores y a todas las familias que sufrieron a su alrededor. Estoy muy contento, creo que merecimos completamente pasar a los cuartos de final. Y en estas circunstancias difíciles estoy contento por el 3-0».
En un partido en el que tuvo tramos de dominio y también sufrió y necesitó a Keylor Navas (atajó un mano a mano en el comienzo y cerca del final contuvo un penal), el PSG disputó un buen primer tiempo y alcanzó una ventaja de dos goles que le permitió cambiar su postura en la segunda etapa. En esos 45′ iniciales, en los que se vio una versión más convincente, los parisinos manejaron la pelota y lograron instalarse en campo rival con facilidad, generalmente a través de los carriles externos. Si bien eso no se tradujo en una gran cantidad de situaciones de gol, le dio continuidad a su tenencia y les permitió profundizar en varias ocasiones.
A partir de una salida flexible, el local siempre generó ventajas frente al 4-4-2 estrecho del Lille. Con una disposición de 3+1 o 2+2 -con Idrissa Gueye alternando entre bajar a la par de los centrales y ubicarse más adelante y Leandro Paredes por delante de la primera línea- que con frecuencia se tradujo en 3+2 o 2+3 a partir del retroceso de Rafinha, que partió como mediapunta y actuó más como mediocampista que como delantero, los dirigidos por Pochettino casi no tuvieron complicaciones para superar a los dos delanteros. La mayoría de las veces lo hicieron por afuera, ya que el equipo de Christophe Galtier priorizó la protección del carril central y encontró dificultades para tapar las conexiones hacia los laterales, principalmente desde los centrales (ver abajo). Por eso progresaron repetidamente por los costados, lo que incluso les sirvió para acercarse al arco (el 74,5% de los avances se dieron por las orillas, con un 40,4% por la izquierda y un 34,1% por la derecha).
Durante la primera parte, éste fue el principal argumento ofensivo de un PSG que alcanzó sus dos goles con pases largos hacia las bandas de Marquinhos (se ven en la última imagen de abajo): el 1-0 llegó tras un envío a la derecha para Di María, que ganó el uno contra uno y envió un centro que, después de un error compartido entre Tiago Djaló y el arquero Mike Maignan, remató Mauro Icardi, mientras que el 2-0 fue a través de un penal cometido a Kylian Mbappé en un ataque que ganó peligro luego de que el brasileño lo ubicara en el borde izquierdo del área (antes de que recibiera la falta hubo una pérdida y una rápida recuperación).
Pero el Lille también creó chances (y de las claras). Lo hizo, sobre todo, al atacar una de las debilidades que ha mostrado la presión del PSG en este ciclo: cuando el rival circula de lado a lado, con estaciones intermedias en el medio o de manera directa, o saca con velocidad la pelota de la zona de robo, en caso de ser a continuación de un quite, el conjunto parisino no llega a tapar y concede espacio libre para avanzar.
Los Dogos hicieron eso en el Parc des Princes, especialmente en el primer tiempo por el escenario de partido, y generaron complicaciones. Con paciencia, sacaron provecho de la excesiva separación o la poca activación de los jugadores locales involucrados en ese trabajo para mirar de cerca a un Navas que volvió a mostrar un nivel espectacular. A pesar de una ligera modificación en su estructura que podía darle más facilidades para tomar a los dos mediocampistas contrarios, ya que para presionar un integrante del doble 5 salió más arriba y se ubicó a la par de Rafinha mientras el otro respaldaba, los de Pochettino no consiguieron efectividad en esa faceta del juego salvo en un par de buenas acciones.
El panorama cambió en el segundo tiempo, ya que entre el 2-0 y el ingreso de Mbappé (reemplazó a Icardi, que salió por un golpe, a los 38′) se modificaron las posturas. El PSG optó por replegarse más, en busca de mantener la diferencia y aprovechar el «atajo» que representa el atacante francés, que por sus características puede generar peligro individualmente -y agradece los espacios para lastimar a campo abierto- y no es tan necesario atacar de manera colectiva (más allá de que avanzar en grupo puede crearle mejores condiciones para desequilibrar, favorece las condiciones para presionar tras la pérdida y sirve para descansar con la pelota). Dos ejemplos de cómo el ex Monaco puede acercarlo al arco por su cuenta llegaron sobre el final: a los 88′ comenzó a conducir en mitad de cancha y casi gana la línea de fondo para un centro atrás y a los 93′ convirtió el 3-0, en un gol en el que arrancó desde esa zona, le ganó a Djaló en la carrera y la picó con clase.
Así, el manejo de la pelota quedó a cargo del Lille, que de un 42% de posesión en la primera etapa pasó a un 62% en la segunda. Pese a eso, la visita creó situaciones con ataques rápidos, ya que entre pérdidas (en general por errores en el manejo, sobre todo de Gueye) y otras malas presiones parisinas tuvo ocasiones para correr. Jonathan David, que entró en el entretiempo, jugó su parte, ya que sus apoyos de espaldas fueron importantes para agilizar los avances. Sumadas algunas profundizaciones por los costados, tanto para terminar con un centro (los de Galtier enviaron 15 de sus 18 centros en los 45′ finales) como para desequilibrar y volver al medio, los Dogos remataron en cantidad (11) y con cierta calidad.
Mientras trabaja hacia una mayor constancia en el rendimiento, tanto entre partidos como dentro de unos 90′, el equipo de Pochettino demuestra que para los partidos importantes puede recurrir a un temple que le dé un plus: lo había demostrado en el Trophée des Champions frente al Olmpique de Marseille y el 4-1 en el Camp Nou, aunque se pueden marcar excepciones como la vuelta ante el Barcelona y la caída liguera ante el Monaco (más allá de que también hubo argumentos futbolísticos para esos malos desempeños). Concretado el pase a cuartos a la espera del resto de los duelos de octavos (se disputarán a principios de abril), el PSG arrancó con un triunfo importante una interesante seguidilla para medir su estado actual, ya que una vez terminada esta serie le tocará afrontar la eliminatoria de cuartos de final de Champions League ante el Bayern München.
Crédito de la foto de portada: AP.
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