Luego del muy buen triunfo contra el Real Madrid, el conjunto parisino volvió a sufrir la «resaca europea» y, a pesar de llegar mucho, cayó ante el Nantes (3-1).
Después de haber completado su mejor rendimiento de la 2021/22 y haber tomado ventaja en la eliminatoria contra el Real Madrid, en una competencia que marcará el balance de su temporada, el Paris Saint-Germain perdió en su visita al Football Club de Nantes (3-1) y padeció nuevamente los efectos de la «resaca europea»: en los seis compromisos del ciclo posteriores a un festejo importante en la Champions League (al haber derrotado a un rival de peso o haber superado una serie, considerando los duelos con el Barcelona y el Bayern München de la 2020/21, el 2-0 al Manchester City de septiembre y este reciente triunfo), obtuvo dos victorias y cuatro derrotas (ante la Association Sportive Monaco Football Club, el Stade Rennes Football Club y dos frente al equipo de Antoine Kombouaré, con la otra en un encuentro que pasó del 1-0 al 1-2 y estuvo marcado por el robo que sufrió Ángel Di María durante el juego). Si bien el conjunto parisino fluyó en ataque e hizo figura a Alban Lafont, en el apartado defensivo no se vio la misma solidez que entre semana, lo que derivó en la caída -que, igualmente, no lo complica en exceso en la tabla porque el Olympique de Marseille tampoco sumó y la distancia se mantiene en 13 puntos.
«La primera ocasión del partido es para nosotros con la oportunidad para (Juan) Bernat, pero en la continuidad concedemos la apertura del marcador -aseguró Mauricio Pochettino. Logramos cosas buenas, incluso cosas muy buenas ofensivamente, pero no logramos lo mismo defensivamente para controlar sus transiciones». Esa respuesta del santafesino es una descripción perfecta del rendimiento de sus dirigidos en el Stade de la Beaujoire, donde padecieron los contraataques del local. Con Moses Simon y Randal Kolo Muani descolgados y dispuestos en la mitad de la cancha, la amenaza de un ataque directo era permanente: veloces, hábiles e inteligentes para desmarcarse, los dos puntas aprovecharon los lanzamientos de Pedro Chirivella (completó ¡12/14! pases largos) y Ludovic Blas (tuvo un 3/6 en ese apartado, pero supo ofrecerse y gestionar la pelota luego de las recuperaciones) para desequilibrar.
Ante una dupla ofensiva tan complementaria y potente, que además contaba con un buen servicio para recibir, Marquinhos y Presnel Kimpembe tuvieron más de una complicación. Más allá de que la tarea no era fácil, porque muchas veces quedaron mano a mano y los dos atacantes mostraron un gran nivel, podrían haber evitado algunas situaciones de peligro al haber permanecido más cerca de ambos antes de sus recepciones (para evitar que los buscaran o, si lo hacían, que no les fuera tan fácil girar y ponerse de frente). Se vio especialmente en el primer tanto, cuando el central francés quedó muy lejos de un Simon que pudo controlar y asistir con comodidad.
Algo que también llevó a esas complicaciones fue la floja presión tras pérdida, que en general no funcionó como una primera barrera de contención. Como el Nantes defendía con marcajes individuales, siempre tenía a alguien cerca de la pelota luego de cada robo y, ante la falta de reacción y sincronización del conjunto parisino, podía salir de esa zona y atacar directamente o sostener la posesión para lastimar por afuera (con los carrileros Osman Bukari y Quentin Merlin, quien convirtió un golazo, además de con los desmarques hacia afuera de los dos delanteros). Aun así, el trámite también estuvo marcado por la cantidad de llegadas del PSG, que encontró caminos para superar las persecuciones con regularidad.
Todas las jugadas pasaron por los pies de Lionel Messi, Kylian Mbappé y Neymar -o al menos por los de uno de ellos-, ya que fueron quienes más comprometieron la estructura del local. Pleno de calidad y lectura, el tridente desplegó los recursos idóneos para desarticular este tipo de sistemas defensivos: aparte de jerarquía para imponerse en los duelos, tuvieron movilidad después de dar un pase (generalmente, llevando a los defensores a perder tiempo al tener que darse vuelta para correr en la dirección contraria), sintonía para pensar las mismas jugadas y sabiduría par desmarcarse en los momentos justos. Esto llevó a paredes, combinaciones en velocidad -con una precisión notable- y pases al espacio que crearon varias situaciones claras y el número de goles esperados (una estadística que mide la calidad de los remates) más alto del conjunto parisino en esta Ligue 1: 3.65 (por encima del 3.43 en el 3-1 a la Association Sportive de Saint-Étienne y del 3.04 en el 5-1 al Lille).
Sin embargo, entre errores en la definición y un Lafont que, al igual que en el primer duelo, brilló y se hizo gigante por su elasticidad y agilidad, no hubo margen para la remontada. Además, el penal fallado desactivó el impulso que traía el equipo -por lo que había generado en el primer tiempo y el gol en el inicio de la segunda etapa-: después de realizar 11 intentos en los 58′ previos (en promedio, uno cada 5.3 minutos), en los 32′ finales hubo cinco (uno cada 6.4). «En términos de afinidad y circulación de la pelota, Neymar, Mbappé y Messi tuvieron un buen desempeño. Es una pena que no domináramos la otra faceta: la vigilancia defensiva. Esto habría resaltado el rendimiento de nuestros atacantes», resumió Pochettino. Si bien sufrió los efectos de la «resaca europea» y su segunda derrota del torneo, el técnico santafesino se puede llevar un interesante punto positivo en la fluidez de la conexión entre el tridente estelar.
Crédito de la foto de portada: Stephane Mahe/Reuters.
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