El conjunto parisino dio vuelta el resultado por tercera vez en sus últimos cuatro partidos: con un ajuste clave y liderado por Di María y Neymar, venció al Lille.
Del 0-1 al 2-1 ante el Angers, del 1-2 al 3-2 frente al RasenBallsport Leipzig y del 0-1 al 2-1 contra el Lille, el Paris Saint-Germain se ha convertido en un especialista en remontadas. Con motivos malos (se le complican los partidos por la irregularidad de su funcionamiento y problemas defensivos) y buenos (la calidad de su plantel y las variantes le permiten cambiar desarrollos desfavorables), lo cierto es que a partir de su carácter para seguir intentando ha conseguido varias victorias sobre el final (se suman el 2-1 al Olympique Lyonnais y el 2-1 al Football Club de Metz). Desde una muy buena media hora final, los parisinos construyeron otro triunfo viniendo desde atrás, tras haber sufrido ante una gran versión del último campeón.
Si bien no comenzaron la temporada de la mejor manera y marchan por la mita de la tabla, los dirigidos por Jocelyn Gourvennec se presentaron con determinación en el Parc des Princes. Basados en la misma receta de repliegue y contraataque que este año ya les había dado resultados ante el PSG, tanto en la Ligue 1 2020/21 (con Christophe Galtier en el banco) como en el Trophée des Champions, impusieron condiciones por su solidez atrás y su peligro en las réplicas. Ordenados y concentrados para cerrar espacios en su 4-4-2 y rápidos para despegar, lograron dominar durante alrededor de 60 minutos. Desde un Renato Sanches omnipresente y conductor (fue clave al tapar huecos y recuperar, con 7 entradas y 11/15 duelos ganados, y en la distribución, con 51/58 pases -tres de ellos que generaron remates- y 11/14 envíos largos) y un Burak Yilmaz desequilibrante del centro a la izquierda (complicó con sus desmarques y asistió a Jonathan David luego de una gran jugada), el Lille jugó un primer tiempo muy destacado.
Con líneas juntas para robar y cuatro flechas (los dos extremos, Jonathan Ikoné y Jonathan Bamba, y los dos delanteros, David y Yilmaz) que se disparaban ante cada recuperación, el visitante agarró a contramano a un equipo de Mauricio Pochettino que volvió a mostrar inconvenientes en su transición defensiva. Más allá de cierta indecisión para intentar recuperar inmediatamente cuando cedía la posesión, con varias situaciones en las que al menos dos mediocampistas quedaban cerca del poseedor y no terminaban de encimarlo para robar o forzar un error, esos problemas estuvieron muy relacionados con un mal desempeño ofensivo. Con los extremos abiertos para mejorar las progresiones por afuera (aunque, en este caso, perdiera el buen juego interior de Ángel Di María y Neymar) e interiores que no terminaban de adelantarse (más allá de que Idrissa Gueye y Georginio Wijnaldum no se caracterizan por su juego entre líneas), el conjunto parisino tuvo problemas para romper el bloque defensivo adversario durante la etapa inicial.
Igual generó algunas ocasiones -como una clara del argentino tras una buena combinación por derecha-, pero se encontró con dificultades para profundizar y para controlar las contras: entre pérdidas con muchos hombres delante de la línea de la pelota, malas respuestas individuales y virtudes rivales, los «Dogos» pudieron lanzar y acercarse a Gianluigi Donnarumma con facilidad. Para todo eso apareció como un punto fundamental la falta de presencia entre líneas, ya que llevó tanto a una tenencia lenta como a una endeble primera barrera frente a las réplicas. Pero el PSG mejoró a partir de un ajuste táctico clave del entrenador santafesino. Con los ingresos de Colin Dagba y Nuno Mendes (por Thilo Kehrer y Juan Bernat, respectivamente) a los 65′, Danilo Pereira pasó a ser un tercer central y eso generó un cambio importante: la mayor altura de los laterales impulsó hacia adentro a Di María y Neymar (ver abajo).
Los dos talentosos empezaron a influir entre líneas y lideraron la remontada, con carácter y talento para tomar la batuta. Ambos pasaron a ubicarse dentro de los cuadrados formados en cada lado por centrales-laterales-mediocampistas centrales-extremos, un espacio indispensable para romper un 4-4-2 cerrado -sobre todo con jugadores de su capacidad- al permitir recepciones detrás del medio o atraer atenciones y facilitar el juego por otros sectores. Al igual que contra el Leipzig, esa modificación mejoró el contexto para los futbolistas más desequilibrantes y permitió un crecimiento colectivo. Así, atacó mejor y evitó las réplicas del Lille: desde ese momento, el parcial de remates fue de 9-2 a su favor.

Como la utilización de tres centrales le dio tan buenos resultados, en una disposición que anteriormente había empleado al cerrar a un lateral (por ejemplo, con gran éxito en la visita al Racing Club de Strasbourg la temporada pasada), lo que se desprende del triunfo es si puede pasar de ser un recurso a algo permanente. Si bien presenta muchos beneficios, como un mayor respaldo defensivo para defender contras y cubrir las bandas (con un central detrás de los carrileros) y una distribución apta para lograr una buena circulación, el principal problema se relaciona con que no encajan los cuatro cracks del plantel (Di María, Neymar, Kylian Mbappé y Lionel Messi) y que por una cuestión de jerarquía no es lo mismo dejar afuera a uno de ellos para darle lugar a Sergio Ramos (alinearlo junto con Marquinhos y Presnel Kimpembe es una posibilidad desde su incorporación) que para incluir a otro central (Kehrer o Abdou Diallo). Aun así, surge como una solución interesante.
«Ganamos y fuimos mejores, no hay duda de eso», aseguró Pochettino en PSG TV. Y agregó: «Necesitamos y queremos jugar mejor, para nosotros no es suficiente. Pero tenemos que darle crédito al plantel, porque es otra victoria de equipo y eso es importante. Necesitamos mejorar, pero estoy contento con los tres puntos». Con una ventaja que se estiró hasta 10 puntos por la derrota del Racing Club de Lens (2-1 frente al Lyon), el conjunto parisino se alejó en la cima y visitará al Leipzig con un envión anímico.
Crédito de la foto de portada: Michael Euler/AP.
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