Un paso adelante hacia la solidez

Sin brillar ni sufrir, Argentina logró un triunfo necesario ante Uruguay: desde un Messi dominante, sumó tanto tres puntos como confianza para lo que viene.

Después de tres empates seguidos y una inquietante fragilidad defensiva, para la Selección Argentina era fundamental mantener la valla invicta y llevarse la victoria en su cruce con Uruguay. La necesidad de festejar no sólo pasaba por la inconsistencia en el rendimiento reciente del conjunto albiceleste, sino también por la magnitud del duelo (más allá de su mal momento, con cuatro compromisos sin convertir, los dirigidos por Óscar Tabarez siempre plantean encuentros cerrados) y el potencial impulso. Para comenzar el camino hacia la estabilidad y ganar confianza, el 1-0 cosechado en Brasilia cumple con todos los propósitos.

Que Emiliano Martínez sostuviera el cero en su arco era tan importante que el equipo entero se aferró a eso y en el segundo tiempo se replegó de manera marcada. La postura para gestionar la ventaja fue más reactiva, al igual que en los partidos anteriores, pero el resultado fue distintos a partir de la solidez alcanzada por un mejor posicionamiento e individualidades destacadas, la falta de ideas de la “Celeste” y la concentración por ese. Lo reconoció Rodrigo De Paul en TyC Sports: “Hoy nos propusimos ser un equipo más compacto, que sea difícil hacernos un gol”.

El primer tiempo de los de Lionel Scaloni volvió a ser positivo y mostró fortalezas conocidas para atacar, como la influencia de Lionel Messi desde unos metros más atrás para generar ventajas en el inicio de los avances, los apoyos que De Paul y Giovani Lo Celso le ofrecen al capitán en la creación y lo que aporta Nicolás González a partir de su inteligencia para ubicarse y desmarcarse -es un recurso de salida por afuera, se ofrece constantemente y da profundidad con sus diagonales. La novedad es que lo reflejó ante un conjunto reconocido por cerrarse bien a partir de su 4-4-2, más allá de que en Brasil lo hizo con desajustes: presionó mal, con Edinson Cavani y Luis Suárez en inferioridad y llegadas tardías de un mediocampista, concedió espacios entre líneas y sufrió para recuperar.

Estas falencias ajenas no le quitan tantos méritos a Argentina porque esa misma capacidad la exhibió, con mayores o menores facilidades e intermitencias, frente a Perú, Chile (tanto en Santiago del Estero como en Río de Janeiro) y Colombia, por lo que ya es una base reconocible. Sus primeros 30’ fueron los mejores y ratifican que puede dominar desde la posesión y que en esa faceta encuentra mayor comodidad, aunque en esta ocasión atacara con más verticalidad que en sus anteriores presentaciones. Porque junta jugadores de bien pie que son complementarios, en cuanto a ubicación y aptitud para asociarse, y cuando suma alternativas por afuera -lo que en la izquierda garantizan Nico González y el lateral, independientemente de si es Nicolás Tagliafico o un Marcos Acuña de muy buen nivel ante Uruguay, y un Nahuel Molina que se proyectó con criterio en varias ocasiones- logra atacar por más carriles y sorprender a la defensa.

Aun así, el rendimiento no fue brillante, justamente, porque el pasaje de dominio se quedó en esa media hora. Después, la Selección entró en una búsqueda de control que la alejó del arco de Fernando Muslera. Si bien dispuso de otras llegadas, le duró menos la pelota y se concentró más en defender, con un buen trabajo para bloquear los caminos internos y defender el área -más allá de alguna puerta que abrió Molina, sobre todo al marcar a Brian Ocampo. Aunque se vio favorecida por la poca creatividad por adentro de los de Tabarez y sus infructuosos intentos externos (el 74% de sus avances en el segundo tiempo fueron por las bandas y conectaron apenas 3/22 centros, con un 3/14 en los 45’ finales), la Albiceleste mantuvo la solidez. Lo hizo principalmente desde el trabajo de Emiliano Martínez -seguro en los centros-, Cristian Romero -volvió a demostrar su personalidad y sus condiciones-, Nicolás Otamendi -firme alrededor del área- y Guido Rodríguez -su ubicación y sus ayudas fueron importantes para desactivar el peligro.

El desafío ahora pasa por dos puntos: extender los pasajes de dominio, algo que ya aparecía en la lista de objetivos y con la confianza del triunfo puede llegar a alcanzar, y encontrar otros caminos al gol aparte de la pelota parada (14 de los últimos 20 tantos, el 70%, se generaron por esa vía). Este punto obviamente es positivo, porque es fundamental tener esta herramienta y cobra aún más valor en partidos cerrados de fases de eliminación, pero para el medio/largo plazo Argentina necesita otros recursos para convertir con regularidad. En el global, por haber sido sin sufrimiento y ante un rival exigente, la victoria representa un paso adelante y puede traer la tan buscada estabilidad.

Crédito de la foto de portada: @Argentina.

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